Entrevista a Lolita Monedero rscj
¿Qué te atrajo de la Sociedad cuando entraste?
Me miro acurrucada en el pasado; ante mí, en desfile multicolor y entrañable, la larga etapa de colegiala de la década de los cuarenta. Aquellas madres, entonces unas 60, que nos enseñaban Matemáticas y Latín y Labores y Religión. Tenían tiempo para ensayar comedias y formar un coro. Recobraban su juventud jugando al escondite con las internas y nos hacían felices las 12 horas de los días de asueto. Me iban gustando… Pero el primer brote que agarró en tierra buena fue lo que me dijo una madre, que ya había dado la cara por mí en otra ocasión: “Sea usted misma, prescinda del efecto que hace”. Iba creciendo esa semilla porque Jesús ya se hacía sitio en mi yo de 15 años. Le cantaba de corazón, con mi velo blanco de primeros viernes: “…hacerte amar y hacerte conocer.” Y se fortalecía aquel brote… Honradez, verdad, transparencia, ser.
¿La renuncia más grande que sientes has hecho?
¿La más grande? ¿Y quién la mide? ¿Con qué medida? Renunciar a la felicidad me parecía lo más duro, un paso de valientes que tendría que dar. Revolvía en el hondón esas felicidades en las que me movía entonces: lecturas, cine, crucigramas, puzles, juegos y charlas y riñas de hermanos, fiestas con los amigos… felicidad familiar. Pequeñeces sí y, a la par, fuertes y grandes hilos de renuncia que tejían, en el bastidor de mi vida, el tapiz de Felicidad con el que Él me soñó y que me sigue regalando.
¿Algún hecho significativo que haya marcado tu sentido de pertenencia?
Me vino la vejez por la puerta de atrás, era su paso silencioso y blandito. No me enteré hasta que la tuve encima, con su vulnerabilidad y sus achaques. Y la abracé. Era el “envío”, que se iba “cociendo” y llegó de la mano de la Provincial, en aquel saloncito de Sagasta: me venía a Algorta, otro hito, seguramente el último, en los andares por la misión. Y, al hilo, me viene al recuerdo otra escena: yo con 4 años por la calle, agarrada de la mano de mi padre: “Papá, yo ahora cierro los ojos”. Hoy, en 2022, (92 años), sigo agarrada a Otra, la misma Mano que me lleva porque le pertenezco.
¿Qué le dirías a alguien que llega ahora a la Sociedad?
Un decálogo que brindo:
- Entrégate hoy, no pienses en el “para siempre”. Si no es tu camino, ese hoy habrá sido una parte importante en tu vida.
- Cree siempre y piensa bien de los demás.
- Si tienes un conflicto, adelántate tú a crear paz.
- Procura trabajar con el 50% de cariño y 50% de disciplina, orden, normas, ritmo.
- No vivas con muchas normas, pero cúmplelas.
- No quieras hacerte la “moderna” en tu trabajo, a la larga resultarás ridícula.
- Si eres profesora o jefe, no eres “amiga”. Eres lo que eres.
- Crea comunidad. Te necesitan.
- Sé feliz.
- Relee cada noche el día.
Me ha encantado leer la entrevista. ¡Cuánto hemos aprendido los que hemos compartido momentos de nuestra profesión contigo!
El decálogo para cualquier profesor tremendamente válido.
¡Un abrazo Lolita!
Chema Gil
Así vale la pena envejecer. !Bravo, Lolita, fiel a tí misma!! Gracias !
Gracias Lolita, actual tu decálogo para cualquier edad, para la mía de 80.
Creo que este decálogo se aplica más allá de la comunidad de religiosas, se aplica a cada una de nosotras que caminamos de Su mano, ya sea como religiosas, o como seglares. ¡Muchas gracias!
Gracias Lolita. Repasaré y repasaré el decálogo para inspirarme en las que nos formasteis.
Lolita, me ha alegrado mucho leerte. Gracias por tus reflexiones y consejos, gracias por los años que compartimos. Un abrazo. Manuela Chueca