Entrevista a Fátima Santaló, rscj

Llevo a cabo mi tarea en la Capellanía dentro del Servicio Religiosa Católico en el Hospital Universitario Poniente que pertenece al Servicio Andaluz de Salud. Es un hospital comarcal que atiende a toda la población del poniente almeriense y está en el municipio de El Ejido. 

Entrevista a Fátima Santaló rscjNuestra comunidad se encuentra a escasos 6 km de distancia y por lo tanto, el pueblo donde vivimos pertenece al área de atención del centro hospitalario. 

De forma un tanto casual y a mi forma de ver sorpresiva, hace cinco años nos piden a la comunidad de Almería si podemos trabajar en este servicio. En ese momento empiezo a destinar unas horas semanales a dicha tarea con dos sacerdotes. 

La Junta de Andalucía dota a los hospitales de este servicio destinado a las personas ingresadas y sus familias y corresponde al obispo de la diócesis designar a las personas que lo lleven a cabo.  

 

¿Cómo accedes a los pacientes?

No existe mucho conocimiento del servicio ni creo que mucha necesidad. En muy pocas ocasiones solicitan nuestra presencia al personal sanitario. 

Por lo tanto, desde que empecé a ir al hospital me planteé como hacer. Porque para estar sentada en la capilla esperando una llamada, que no suele darse, me quedo en casa. 

Así que decidí desde el primer día visitar las habitaciones. Como Jesús iba de pueblo en pueblo, pues yo voy de habitación en habitación. 

Reconozco que durante los primeros tiempos me costaba mucho esfuerzo y que respiraba cuando me encontraba con una habitación vacía. Atravesar la puerta sin haber sido invitada, sin saber qué me iba a encontrar, en un espacio tan privado como es una habitación de un hospital, me resultaba duro y un tanto forzado, pero no se me ha ocurrido otra manera de poder entrar en contacto con los enfermos y sus familias. 

En esta zona hay muchas personas musulmanas. Como os podéis imaginar visito a todas las personas con las que me encuentro sin hacer diferencias. 

En general la acogida es buena y en algunos casos extraordinaria. Escuchando palabras de bienvenida como “es lo mejor que me ha pasado durante el día”. En ocasiones palpo cierta indiferencia y me despido de forma cordial y amable. Otras veces, la respuesta ante mi presencia es un “usted dirá” … imagino que esperan que les suelte una catequesis o semejante. 

Así que intento entrar en contacto de forma humilde y sencilla. Interesándome por su salud, por cómo está… y en la misma visita o sucesivas, en el caso de ingresos más largos, compartimos sobre la familia, me intereso mucho sobre lo que han sido sus vidas…. 

Hay ocasiones que existe una petición explícita de recibir un sacramento o simplemente de intentar entender qué pinta Dios en todo esto… Si la persona pide la unción de enfermos o el sacramento de la penitencia, llamo a uno de mis dos compañeros sacerdotes, y en el caso de que desee recibir al Señor rezamos, escuchamos la palabra de Dios y les doy la comunión que me acompaña durante toda la mañana. 

 

 ¿Qué buscan en el servicio de Capellanía?  ¿Son motivos religiosos/espirituales o también puramente humanos?

 Los encuentros suelen provocar un rato de compañía que intenta mitigar el tedio que provoca un ingreso hospitalario o la soledad que viven muchos pacientes. Incluso en ocasiones una conversación provoca que un dolor físico remita o descienda…. 

En otras ocasiones, las menos, se provocan encuentros donde la fe y la pregunta sobre el sufrimiento o la muerte asoman, o preguntas de calado en momentos de diagnósticos que ponen la vida del revés o en los que se vive mucha incertidumbre ante el resultado de pruebas… 

 

Se trata de poner mis cuatro panes y dos peces para que el Señor se pueda servir de ellos para que Él mismo ejerza el oficio de consolar a través de mi persona y mi palabra.  

De qué panes y peces estoy hablando: 

  • La sonrisa. Descubrí desde el principio que facilitaba la acogida por parte del enfermo y su familia. El problema llegó con la mascarilla… 
  • El tiempo. No hay tiempo tasado. Puedo estar el tiempo necesario con cada enfermo o familiar. 
  • La escucha. Soy toda oídos. Y no formo parte de su entorno cercano…cosa que ayuda a veces a hablar con más libertad. 
  • El bolsillo de mi bata que se convierte en un sagrario improvisado. Pudiendo acercar el Señor a todo aquel que lo pide. 
  • La presencia. Ir de habitación en habitación con el solo objetivo de visitar es para muchos enfermos motivo de agradecimiento. Alguien se acuerda de ellos y se interesa. 

 

¿Desde dónde vives este servicio y qué sentido encuentras?

 No es en mi nombre. En nombre de la Iglesia estoy ahí. La Iglesia a través de mí y de la de mis dos compañeros sacerdotes se hace presente en medio de un hospital donde hay dolor, enfermedad…. de forma sencilla y callada. 

Jesús nos dice que Él viene para curar a los enfermos. Segura de que Él está en esas cabeceras ejerciendo el oficio de consolar yo tengo el privilegio de poder ser sus manos, sus oídos y en ocasiones el anuncio de Su Presencia. 

Con mucha frecuencia me encuentro con vecinos de nuestro pueblo ingresados. El estar trabajando aquí nos permite ampliar nuestro trabajo pastoral en el pueblo, dándose relaciones y conocimientos que de otra manera no sería posible. 

Puedo decir también que me hace mucho bien el anuncio explícito de la fe en el hospital cuando es posible y conveniente. A veces necesito aplicarme las mismas palabras que dedico a los enfermos… En mis otras ocupaciones a las que dedico mucho tiempo no es siempre posible. 

 

¿Qué ha transformado en ti este trabajo?

Hay temporadas que después de las cinco horas de haber estado de habitación en habitación, la sensación de no haber hecho nada es grande. En ocasiones toda la mañana ha sido una sucesión de conversaciones insustanciales o visitas “sin chicha” y me pregunto por el sentido de “gastar” el tiempo en el hospital, además de las suelas de las zapatillas. 

En estos cinco años he ido creciendo en la confianza en que Él sabrá qué hacer con todo, aquello que a mí me parece insustancial quizá no lo sea tanto… es decir, se ha ido transformando en mí la medida de lo que aparentemente es eficaz y dejando que sea Otro el que hable y mida la eficacia.   

Ir al contenido