Entrevista a Asunta Clausen

¿Por qué elegiste vivir en el Tchad? 

En realidad, no lo elegí, más bien el Chad me eligió. Es verdad que yo siempre había tenido una inquietud de estar al servicio de la gente marginada, o donde no se iba, bien por dificultad, bien por lejanía de grandes ciudades con ciertas posibilidades. 

Experiencia de Asunta Clausen en el TchadSurgió el Chad porque una rscj, española, que estaba en este país se quedó sin comunidad. El obispo del lugar le dijo que, o buscaba gente para formar comunidad o se tenía que ir de allí. Vino a España con una lista. No sé muy bien por qué, pero yo estaba en esa lista. Cuando me enteré dije, “¿por qué no?” Sabía que era un lugar complicado y difícil, pero pensé que, si no iba bien, ya volvería a España. Estuve 30 años. 

¿Algún hecho de tu tiempo allí que te haya marcado? 

Me han marcado muchas cosas y de hecho mi estancia en el Chad me ha configurado. Llevo dentro paisajes, personas, gente, forman parte de mí. Están como incrustados a mi persona por dentro. Y esa experiencia, con lo que vivo ahora sigue evolucionando. Hay una experiencia como de ir más allá, más lejos, acogiendo la vida con grandes imprevistos, que genera una gran confianza en Alguien, que está ahí, me acompaña y me cuida. “No tengas miedo, Yo estoy contigo” (Is. 41, 7). 

Pero algo que me marcó muy especialmente fue en febrero del 2008, cuando tuvimos una intrusión de los Grupos rebeldes en Yamena. Las hermanas que estaban en ese momento en Yamena se fueron a sus respectivos países. A nuestra joven chadiana no le dejaban salir del país, solo podían salir los extranjeros, que fueron evacuados rápidamente por el Ejército francés. 

Yo decidí quedarme con ella. Alguna me dijo: “que se quede con su familia”. Yo contesté: “Su familia soy yo”. 

En mi familia de sangre, mi hermana y mi padre, estaban a punto de darles un ataque; mi padre diciendo a mi hermana: “dile que no haga tonterías y se venga”. 

Le contesté a mi hermana, que ella había elegido un tipo de familia (estaba casada). Y yo otro. Y que mi familia estaba en ese momento en el Chad.  

Me decanté por mi familia religiosa. Lo tuve muy claro. De hecho, eso me ha marcado profundamente en mi identidad. 

 ¿Cuál fue la mayor dificultad? 

Sin lugar a duda el clima y la parte sanitaria, concretamente la malaria (se me quedó crónica y el médico no sabía qué hacer), fiebres tifoideas, etc… 

¿Cuál fue el mayor regalo? 

La gente, la relación con la gente. Mi experiencia en el Chad me ha regalado un País, que llegó a ser y es el mío y una relación de familia con la gente: ellos, cuando se relacionan con los demás, si es una persona mayor que tú, te dicen “ngonum” (mon enfant). Si eres más o menos de la misma edad, “ngokom” (mi hermano-a). Y si son más pequeños “kom” (mamá). Los hijos de los que nos consideramos hermanos son tus hijos. Tengo una gran familia que ahora por la distancia y las circunstancias de la vida tenemos muy poca relación, pero ahí están, dentro, y no creo que se vayan nunca, 

 Y en este momento estoy aquí. Es importante soltar, aunque la vivencia, la experiencia, los lazos creados no se van y son un gran tesoro. 

También me ha sido regalada una experiencia de que no hay nada “absoluto”. Que pensamos con los pies, es decir que nos marca y configura allá donde estamos y de donde somos. Esto me ha ayudado a saber desplazarme hacia el otro que tiene experiencias y vivencias distintas de la mía y que hace que tengan una concepción de la vida e incluso una imagen de Dios distintas a las que yo tengo. 

Ir al contenido