EN CLAVE RSCJ | «Confío en el Dios de la vida» por M. Eugenia Herrera

Este tiempo de Pascua, de alegría gozosa de la resurrección, os ofrecemos una serie de comentarios escritos por Religiosas del Sagrado Corazón (RSCJ) a partir de una palabra clave que surge de la experiencia de confinamiento. Con ellos, queremos compartir una mirada propia sobre este momento de nuestro mundo, y sobre la nueva realidad en la que nos vamos a mover. 

¡Qué vulnerables somos! Y no estoy pensando ni en los pobres, ni en las mujeres, ni en los niños, ni en minorías, solo en el ser humano como creatura. Ante esta pandemia, me vuelve con fuerza la imagen de la trinidad volcada en la humanidad con reverencia y amor.

Es la primera vez en mi vida que experimento que TODO EL MUNDO, absolutamente todos, tenemos los ojos y el corazón puesto en una sola cosa: LA VIDA. Todos estamos implicados, tocados, afectados de una forma u otra, todos hemos experimentado en nuestra propia piel la amenaza contra LA VIDA, la propia, la de los más cercanos y la de todos… Y el que no lo esté es porque  se lo niega.

Alguien dijo en mi comunidad de repente el mundo se ha convertido en una aldea, en un pueblo donde todos sabemos de todos. Vivo una sensación conocida solo en un ambiente familiar cuando ha ocurrido una desgracia, nadie tiene que explicar mucho porque todos estamos abrumados por el mismo dolor, nos invade un silencio e impotencia que nadie puede explicar o justificar. Ningún poder (riqueza, ciencia, religión, etc.) puede remover el dolor, miedo que todos sentimos. Es un momento de solidaridad sin palabras, que te olvidas de lo que nos divide, de lo diferentes que somos… que agradeces cualquier pequeño gesto que cercanía… es un momento en que no cuenta para nada ni la prepotencia, ni el orgullo, ni la habilidad, ni la riqueza… es un momento de “humanidad”, de humildad, de verdad, de compasión, de sentir con otros…

Me conmueve profundamente el esfuerzo de todos, especialmente del personal de la salud pero de muchos otros colectivos entregados silenciosamente al servicio de la VIDA; también por primera vez en mi historia he experimentado compasión por los líderes de nuestros países, quizás porque en esta situación de emergencia todos están vulnerables, ha sido y es un momento que no hemos podido culpar o hacer responsable a ningún otro partido político, todos han estado incansablemente  buscando salidas y respuestas ante tantas demandas y amenazas.

Me ha impresionado por un lado los muchos whatsaps y videos que han sido compartidos, espíritus escrupulosos buscando una razón a esta pandemia… ¿será el final del mundo? ¿será que Dios nos está castigando? Teorías diferentes de quien o quienes han creado el virus y con qué fin… Yo personalmente no he tenido espacio para buscar culpables, ni para criticar ningún partido, ni para grandes preguntas… Mi corazón ha estado lleno de compasión y comunión con tanta gente viviendo y muriendo en la soledad y el silencio. Mi corazón ha estado sin ningún esfuerzo comunión con tanta gente dando la vida al servicio en los hospitales, en comunión con tantas familias despidiendo a los suyos desde la distancia…

Por otro lado me impresiona también ser testigo de una corriente religiosa/espiritual que confío no va a pasar con la pandemia. Esta siendo un tiempo de ahondar mi fe, de ponerla en práctica… pase lo que pase CONFIO EN EL DIOS DE LA VIDA. Ha sido oportunidad de compartir la fe en familia, en comunidad y con diferentes grupos que buscan respuestas… A mí personalmente me ha acompañado desde el principio Romanos 8,38 nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios, ni la muerte…” No ha sido casualidad experimentar y vivir esta Pascua universal desde casa, desde esta aldea universal y desde rincón donde cada uno hemos celebrado La pasión, muerte y resurrección de Jesús,  el Cristo, a través de tantas personas, hospitales, residencias de mayores y sin grandes cantos ni ceremonias hemos ido acompañando y viviendo una fe honda en el Dios de la Vida, que va más allá de la muerte. Intuyo que esta pandemia nos dejará no solo consecuencias económicas, traumas  y pérdidas afectivas si no también una mirada puesta en lo esencial, una sed de fundamentar la vida en lo importante… Eso espero y confío, ver esos frutos de resurrección que ya están surgiendo, solidaridad, esperanza, etc.

Comparto esto todavía desde el encierro en esta pequeña comunidad de Naoi, Moroto (Uganda) donde llevamos encerradas tres semanas largas y aún con la incertidumbre si aún falta por llegar lo peor. Aquí solo tenemos 58 casos pero sabemos que los países vecinos como Kenya la situación es peor. Así que desde la confianza de que pase lo que pase CONFIO EN EL DIOS DE LA VIDA.

Os envío un abrazo muy fuerte a cada una.

Con cariño desde Naoi – Uganda

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