Soy Rey

A las puertas de culminar el año litúrgico, el Evangelio de Juan atrae toda nuestra atención con una afirmación rotunda, —soy Rey—. Acercando estas palabras a nuestro momento actual, a nuestra sociedad, pienso que alguna persona de a pie me dice que es rey y me sobrevuelan varios pensamientos a la cabeza… ¡Sí claro! ¿Rey? Como mucho el rey de tu casa… un poco pedante, altanero incluso… ¡Seguro que es una coraza detrás de la que se esconde un buen número de complejos!

Sin embargo y a pesar de ponerlo en la boca de Pilatos, Jesús se siente muy seguro de la misión que el Padre le ha encomendado y hace hincapié en un reino que no es de este mundo y es que la autoridad de Dios está por encima de cualquier poder que reine en la tierra.

Ser rey no debe ser tarea fácil, porque para muchos, pequeños y adultos, es un espejo en el que mirarse, debe ser por el buen hacer de sus obras, un ejemplo a seguir, alguien relevante e importante, merecedor del lugar que ocupa, fiel en sus palabras y en su vida, alguien limpio de corazón. Si pienso en quienes ocupan puestos relevantes en nuestra sociedad, en nuestro entorno… pienso… ¿cómo ejercen su liderazgo? Una pregunta que de una manera u otra nos alcanza a todos en nuestro interior y es que formamos parte de un cuerpo en el que todos tomamos decisiones y todos somos para otras personas, de una forma u otra un espejo en el que mirarse ¿Cómo lo ejerzo yo?. Pero entonces, ¿cuál es el Reino de Dios? ¿Cómo debe ser mi Reino, aquel en el que creo?

Algo tan sencillo y tan complicado al mismo tiempo como la verdad, es la principal característica de la propuesta que Jesús nos hace, Dios nos invita a trabajar por el Reino, por el Reino de la Verdad. Jesús nace de la verdad, en Él se hace viva la Verdad y con Él se expande y da testimonio la Verdad.

La vida es una constante invitación a salir del gris, a darle color a todo lo que hacemos, a elegir, incluso cuando esto suponga un riesgo a equivocarse. Jesús nos invita a ser, decir, buscar, trabajar, sentir, permanecer, arriesgar…. vivir de Verdad.

La teoría está bastante clara pero en ocasiones fallamos en la práctica. Toda invitación viene de un emisor y a menudo este determina y condiciona el resultado de nuestra elección. Jesús con este Evangelio nos enseña la importancia de no guiarnos por las apariencias, de ahondar en el corazón de las personas y los acontecimientos, Jesús se presenta como un hombre preso, privado de libertad y juzgado por los poderes, que bien pudieran ser los de nuestra sociedad de hoy día, en los que hemos depositado el discernimiento del bien y el mal.

Tampoco creamos que la opción para elegir se nos va a presentar en un momento idóneo, cuando estemos en el sofá de nuestra casa o mediante personas ajenas a nuestra vida o con temas poco controvertidos… a Jesús le preguntan quién es Él, en un momento crucial de su vida, donde de su respuesta dependía su condena, su vida está en juego.

La Verdad reside en el corazón, en la vida de quien lucha por amar y ser fiel en lo pequeño. Estrenamos año nuevo, 365 días por delante para elegir, para vivir la Verdad a pleno pulmón.   

 

Lourdes Carrasco Garcia
Imagen de freepik.es

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