III Domingo de Adviento
Parece que el evangelio de hoy nos recuerda un valor a veces olvidado: el de la justicia. 
La justicia, que nada tiene que ver con la venganza, consiste en hacer lo que es justo en cada momento. 
Así, lo justo será tanto ayudar al necesitado por un lado (porque yo tengo más que suficiente y él no) como actuar del modo indicado por mi condición profesional, por ejemplo. 
Ser justo es actuar de modo adecuado al honor, al deber, a la moralidad debida en cada momento.
Del mismo modo, Dios actúa con justicia cuando anuncia la llegada del Mesías. 
Desde el origen del mundo, Dios establece un compromiso con la humanidad. 
Fuerte, fiel, esperanzadora… su Alianza acompaña a Israel durante siglos, y le sostiene en Egipto, Babilonia, en el desierto…  Ser Dios no es actuar de modo caprichoso o autoritario, sino cumplir con benevolencia y rectitud su promesa de justicia.
 Teresa Gomà, rscj
Imagen Ana Luengo Michel
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