Cuando Jacob despertó dijo: Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.

Dios estaba allí, pero yo no lo sabía

El sueño de Jacob, su descubrimiento del plan de Dios y de la fidelidad de Dios, me hablan siempre de nuestro camino contemplativo y de mi propio camino.  Por supuesto, sabemos que Dios está presente en medio de la vida, en lo visible y en lo invisible. Para mí es un don cuando tengo una experiencia profunda y fuerte de Dios presente en mi corazón. A menudo, soy como Jacob, reconociendo la presencia de Dios a posteriori, algo así como los discípulos de Emaús cuando les oímos decir «¿no ardía nuestro corazón dentro de nosotros?».  O a veces, más tarde en un día ajetreado, cuando me siento en mi espacio de oración y reflexiono sobre dónde ha estado Dios presente entre todas las personas y acontecimientos que se cruzaron en mi camino.  O cuando sostengo a una persona, o una situación en las palmas de mis manos ante Dios en silencio, y puedo oír en el silencio del momento «ahí es donde está Dios».  A menudo este pasaje viene a mí durante mi retiro cuando recorro del camino del año con Dios o cuando algo difícil sucede que abre una vieja herida y con el tiempo y la distancia y la gracia puedo decir «Dios estaba allí pero yo no lo sabía».  Para mí este pasaje es esperanzador, real, lleno de posibilidades para descubrir el amor y la fidelidad de Dios. 

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