Mateo 4, 8-10
Finalmente el diablo le llevó a un monte muy alto, y mostrándole todos los países del mundo y su grandeza le dijo:
–Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras.
Jesús le contestó:
–Vete, Satanás, porque la Escritura dice: ‘Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a él.’
Tenemos que mirar desde sitios altos
Este texto nos invita a preguntarnos desde donde miramos el mundo y con qué intenciones. Es bueno mirar el mundo desde arriba, si lo miramos con las intención de ver más mundo y más personas. Pero desde arriba podemos caer en la tentación de olvidar los detalles, y especialmente, el “detalle” de que el mundo está lleno de personas que son seres únicos a los que hay que admirar, respetar y finalmente servir como tales. No podemos caer en la tentación en que cae Harry, personaje de “El Tercer hombre” (pel·lícula de Orsol Welles). Harry es traficante de penicilina adulterada de la Viena de después de la 2ª guerra mundial. Esta penicilina genera deformaciones en los bebés que la consumen. Harry se encuentra con su amigo Martin en lo alto de la noria del parque del Prater, y los dos miran abajo. Harry ve a las personas que caminan a nivel de tierra como “puntos que se mueven” y siente que desde arriba está autorizado para ganar dinero a costa de la salud o de la vida de estos “puntos”…
Adorar a Santanás, mirar a Satanás, implica darse la vuelta y dejar de mirar al mundo y a las personas. Este giro nos dispone a reducir a las personas a puntos para utilizarlas para el propio beneficio.
Por ello, tenemos que mirar desde sitios altos, pero sin olvidar mirar detalladamente y con cariño a cada una de las personas… para acabar bajando a servirlas. Porque es así como adoramos al Señor nuestro Dios, y solo a Él.
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