Salmo 146

Él sana los corazones destrozados,

venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,

a cada una la llama por su nombre.

Imagino al Señor contando las estrellas del firmamento y hay algo en mi corazón que vibra ante esta promesa de fidelidad. El recordatorio primitivo y primero de nuestro ser criaturas llamadas cada una por nuestro nombre. Dios usa el lenguaje del amor, nos busca con ternura, nos cuenta, no por ambición, sino para tenernos en cuenta, para asegurarse de que no se ha olvidado de nadie – tampoco de aquellos que no cuentan para el mundo-. Y me gusta que seamos llamados cada uno por nuestro nombre, pero a la vez, formemos parte del mismo lugar, del mismo plano, ungidos con el mismo amor que sólo Dios es capaz de dar única y plenamente a cada uno. Sólo así es como puede vendar mi corazón, mi historia… Y también la tuya, y la del otro; amándolas (y amándonos) enteramente de la forma que necesitamos ser amados.

Alba Romero candidata rscj
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