Comunidad de Marruecos: experiencia de confinamiento
La comunidad intercongregacional de Marruecos seguimos, participando en el proyecto de acogida a migrantes de la Iglesia de Oujda, acompañando y dejándonos acompañar por todos los jóvenes que habitan en la casa, sintiéndonos cada vez más familia los unos de los otros.
Hace un par de semanas que Marruecos ordenó el confinamiento de todo el mundo, con permisos para salir a comprar y permisos especiales para la gente que necesariamente tiene que salir a trabajar. Una semana antes, ante la virulencia del virus en Europa, Marruecos decidió cerrar sus fronteras marítimas y terrestres. Si bien es cierto que las medidas de prevención se han tomado con tiempo, también lo es el hecho de que el virus se va propagando. Es muy difícil que la gente se quede confinada en casa, sobre todo en los barrios, donde las viviendas son muy pequeñas y la gente vive hacinada; a esto hay que añadir el tema de la alimentación (hay un elevado índice de población en este país que vive de la venta ambulante , el trabajo propio y la mendicidad) y el sistema sanitario débil. El país se prepara para momentos difíciles, como la gran mayoría de países en estos momentos.
Y en medio de todos esto, los migrantes y el proyecto de la Iglesia. En estos momentos, más de la mitad del equipo está en sus casas confinado, con el fin de proteger a la gente que vive en la casa y evitar al máximo la entrada de personas externas. Nosotras, junto con el coordinador, una voluntaria francesa y los dos médicos, formamos parte del grupo que seguimos yendo cada día; Antoine , Adama y Moussa , residen en la casa junto a los más de 40 chicos acogidos.
Todo se ha detenido, y con ello, el proceso personal de cada uno: Los 25 chicos que estaban cursando formación profesional, los dos niños que iban al colegio, los jóvenes que están en la casa por temas de salud, los que están a la espera del retorno a sus países de origen , los que pensaban continuar su camino hacia Europa…. ahora todos estamos en la casa, sin salir para nada. No ha sido fácil los primeros días, pero una vez más, ellos nos recuerdan que en estos procesos son nuestros maestros: ¿qué es un confinamiento de un mes cuando se tiene casa , alimento y seguridad…? se han visto en otras circunstancias mucho peores!! ; expertos en vivir el momento presente, en acoger la vida como viene y en esperar y confiar , nos resitúan cada día y nos acompañan. En la casa hay muy buen ambiente, y el día se pasa entre limpiezas, juegos de cartas, deporte, película, conversaciones…. sin dejar de ofrecer los espacios formativos de aprendizaje de lectura escritura y conocimientos básicos , para aquellos que lo deseen y necesitan.
En la Iglesia ha seguido y sigue llegando gente en busca de alojamiento y protección. Llegan de la frontera de Argelia y de otros lugares cercanos a la ciudad. En dos semanas hemos acogido a 20 personas nuevas (en total, 60 personas alojadas). En circunstancias normales, muchos de ellos, después de un par de días de descanso, hubieran continuado su camino; en este momento no hay posibilidad de traslado de una ciudad a otra, por lo que van a tener que permanecer alojados todo el tiempo del confinamiento. Con el fin de proteger a las personas de la casa, se ha habilitado un pasillo y una sala de otra ala de la Iglesia para acoger a la gente nueva que viene, para evitar el contacto de unos y otros. Cada día nos preguntamos cómo y hasta cuando vamos a poder seguir acogiendo a gente, que está claro que va a seguir llegando.
Más difícil lo tienen los migrantes que están viviendo en los barrios periféricos de Oujda, que su modo de obtener ingresos es de la mendicidady que en estos momentos no están teniendo recursos para sobrevivir; entre ellos, muchas mujeres y niños. Desde la Iglesia se está intentando acompañar a aquellas personas con las que tenemos relación, llevándoles un pack básico de alimentación e higiene a la semana. Cada día son más las mujeres con niños pequeños que demandan ayuda.
Estar aquí en este tiempo está es tener el corazón de aquí para allá: entre las dos orillas:
Vamos siguiendo muy de cerca la situación de España, de cada una de las comunidades, de nuestras familias y amigos y de tanta gente; os recordamos muy a menudo, sobre todo, a las que estáis acompañando situaciones de enfermedad y muerte, a las que estáis enfermas.
Al mismo tiempo, viviendo la situación de este país, en el que la pandemia no ha hecho más que empezar. El día a día y la vida de la casa nos ayudan a colocar serenamente las incertidumbres y futuribles que, como a todas en este tiempo, a veces nos amenazan.
La sonrisa de Oumar, el coraje de Awa, la paciencia de Adama, la superación de Abdoulay, el juego y las risas de Freddy y Marion nos devuelven cada día a lo esencial, confiando en poder seguir acompañando cada momento que toque vivir.
Estamos ya en Semana Santa, tiempo de hacernos conscientes de que la muerte no tiene la última palabra. Pedimos al Señor de la Vida que nos ayude a saber estar, a confiar… a estar preparadas para salir corriendo como las mujeres aquel domingo de Pascua y descubrir que el sepulcro está vacío. ¡Que nuestro Señor está aquí! Resucitando cada día en la vida de la gente y en la nuestra también.
Os deseamos de todo corazón que este tiempo podamos ser artesanas de esperanza en nuestro mundo roto y a la vez bendecido.
Un abrazo a cada una
Montse Prats rscj y Rosa Ros rjm
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