Carta de nuestra Superiora General para la Fiesta del Sagrado Corazón 2023

Queridas hermanas, amigos y compañeros de misión:

VALOR, CONFIANZA, TRANSFORMACIÓN
… por la fuerza del Espíritu

Carta de Barbara Dawson Fiesta del Sagrado Corazón 2023Son palabras valientes para que las proclamemos y nos comprometamos públicamente a vivirlas. Y no cabe duda de que esto es lo que hacemos en esta fiesta del Sagrado Corazón de 2023 cuando renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesucristo para siempre como Religiosas del Sagrado Corazón y empezamos a prepararnos para nuestro próximo Capítulo General de 2024.  Las RSCJ y nuestros compañeros y amigos de misión celebramos de nuevo la invitación de Jesús a acudir a Él, a caminar, a permanecer en Su inmenso amor especialmente cuando aceptamos el hecho de que siempre caminamos con otros y de que ¡nunca podremos transformarnos solos  «El Espíritu que vive en nosotros nos va transformando interiormente. Su gracia nos hace capaces de ir quitando los obstáculos a su acción» (Const. 21).

Escribo esta carta para la Fiesta del Sagrado Corazón «en camino»; es una carta que empecé en Roma durante nuestra reflexión como Equipo Central sobre las lecturas que hacemos de las realidades vividas este año, y que continué durante estas últimas semanas mientras Marie-Jeanne, Bodo y yo visitábamos a nuestras hermanas y a nuestra gente en Perú, y ahora aquí, en Santo Domingo, donde un pequeño grupo de RSCJ reunidas alrededor de una vela discernimos lo que Dios nos llama a ser y a hacer con el pueblo de Haití. Son muchas las imágenes que me acompañan en este período tan enriquecedor del año litúrgico: las mujeres que al amanecer no encuentran a Jesús en el sepulcro y se lanzan a compartir la Buena Nueva, el envío en misión de los discípulos cuando Jesús vuelve a la Casa del Padre, la visión y el compromiso de Sofía, el fuego del Espíritu en Pentecostés y en unos días, la fiesta del Corazón traspasado de Jesús. Durante estos días he rezado pensando cómo la experiencia de Jesús en el desierto lo forjó y el poder del Espíritu lo guio para proclamar su misión; cómo la confianza de Sofía en el poder del Espíritu guio su vida y la mantuvo fiel, especialmente en tiempos difíciles, dándole la seguridad de que sus acciones y decisiones estaban enraizadas en el Corazón de Jesús. Al acercarnos a la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, recemos juntos para que también nosotros estemos enraizados en este Corazón traspasado, seamos guiados por el Espíritu para conocer y vivir las preferencias de su Corazón, recordando el desafío del Capítulo de 2016: «¿Quién nos llama Dios a ser y qué nos llama Dios a hacer?». Ciertamente, estamos llamadas personal y comunitariamente, a entrar en el Corazón traspasado de Jesús a través de nuestros hermanos y hermanas, a permanecer en ese amor, a comprometernos de nuevo a descubrir y ser el amor de Dios para aquellos con quienes nos encontramos en nuestro camino y con quienes convivimos, especialmente con los que sufren y también entre nosotros.

Os invito a que reflexionemos juntos a partir de tres perspectivas: caminar juntos por el desierto, unirnos a Jesús y vivir por la fuerza del Espíritu. Desde que comenzamos a buscar y recrear una manera de vivir nuestra vida y misión como Sociedad del Sagrado Corazón en el siglo XXI, he tenido muy presente a Moisés, guiando a su pueblo a través del desierto en busca de una nueva vida en una nueva tierra, buscando cómo liberarnos de las cosas que nos mantienen cautivas. Empiezo a creer que sólo en el desierto empezamos a comprender nuestra necesidad de Dios y de los demás. Tal vez sea el lugar donde el Espíritu tiene espacio para hablarnos, donde se nos invita a vivir con valentía y a confiar en la fiel alianza de amor de Dios. También estoy empezando a creer que cada uno de nosotros, personalmente y en nuestros países, vivimos nuestra propia y única experiencia de desierto, ya sea en tiempos de guerra, de inestabilidad política, de extrema polarización política, de pobreza desesperada o tal vez de aislamiento y desilusión. El desierto fue un lugar de transformación no sólo para el pueblo de Israel, sino también para Jesús, que vivió sus propias tentaciones y entendió su misión de una manera nueva (Lucas 4,1-20). El desierto es también un lugar de posible transformación para cada uno de nosotros, un lugar donde podemos reconocer lo que nos mantiene cautivos y lo que nos llama a abrirnos para dejarnos transformar. Una de mis experiencias más fuertes al escuchar a nuestras hermanas y compañeros de misión en Perú es cómo estos últimos años de pandemia han sido y siguen siendo una experiencia de desierto, aún más dolorosa debido a la incertidumbre política y económica así como a la crisis de la Iglesia institucional. Pudimos ver y escuchar una y otra vez cómo la gente se sostenía gracias al cariño y apoyo mutuo y a su profunda fe en Dios. Estoy segura de que, al igual que nuestras hermanas y hermanos de Perú, cada uno de nosotros, cada país y cada provincia, ha vivido y está viviendo esta experiencia del desierto.

La invitación del Evangelio a estar íntimamente unidos a Jesús, a uncirnos bajo el mismo yugo con Él y entre nosotros, se repite en nuestras Constituciones. «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» Mat 11, 29 (Const. 8) y no está desvinculada de la experiencia de caminar juntos por los desiertos de la vida. Quizá siempre estamos un poco en el desierto, pero estos tres últimos años han agudizado nuestra conciencia de incertidumbre y sufrimiento entre nosotros y en nuestro mundo, no sólo por la pandemia, sino también por los tiempos que nos toca vivir y por nuestro propio itinerario como congregación hacia un futuro un tanto desconocido. Los tiempos en que vivimos también nos están enseñando algo que quizá aún no hayamos expresado y que es clave para nuestra historia de salvación y la de nuestro pueblo y nuestro mundo. Tal vez sea la experiencia universal del sufrimiento y de la incertidumbre lo que nos proporciona una nueva oportunidad para Transformar y Ser Transformados (Artesanos de la Esperanza, 2019).

¿QUÉ HE/HEMOS APRENDIDO EN EL DESIERTO DURANTE ESTOS ÚLTIMOS 2-3 AÑOS? ¿A QUÉ TRANSFORMACION SE NOS LLAMA AHORA?

Son tiempos difíciles, no es el momento de sentarse cómodamente en el reconfortante amor de Jesús junto con un agradable grupo de amigos. Vivimos una época en la que el mundo es un poco caótico y en la que reconocemos no solo nuestra propia impotencia sino también nuestra propia necesidad de transformación. Puede ser que realmente hayamos llegado a un momento en el que comprendemos nuestra necesidad de los demás, nuestra necesidad de relaciones y experiencias más allá de nuestra zona de confort. Pero, sobre todo, quizá este sea un momento en el que reconocemos nuestra necesidad de vernos humildemente tal como somos y de conectar más profundamente con nuestro centro y nuestra fuerza, el Corazón traspasado de Jesús. Durante este próximo año vamos a caminar cada vez más cerca del borde del desierto. Necesitamos permanecer y seguir avanzando por la fuerza del Espíritu. Mantenernos en aquello que nos da estabilidad y fuerza y caminar (o correr) como las mujeres del amanecer llamadas a compartir con nuestros hermanos y hermanas la certeza de que el amor de Dios está vivo. Imagino que Sofía rezaba a menudo con las palabras de la carta de San Juan y nosotras deberíamos seguir su ejemplo » A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos mutuamente Él permanece en nosotros y su amor llega en nosotros a su plenitud”. El amor, la fidelidad y la fuerza de Dios no son teóricos. Está vivo y es real, y está «en la tierra» y tendremos muchas oportunidades de escuchar al Espíritu, de discernir el camino a seguir.

¿DE QUÉ MANERA SOMOS HOY EXPRESIÓN DEL AMOR FIEL DE DIOS HACIA AQUELLOS CON QUIENES CAMINAMOS: NUESTROS COMPAÑEROS DE MISIÓN, NUESTRAS HERMANAS RSCJ EN NUESTRAS NUEVAS PROVINCIAS, CON LAS MUJERES Y HOMBRES QUE NOS CUIDAN, CON LAS PERSONAS MÁS EXCLUIDAS Y MARGINADAS?

Quisiera terminar compartiendo dos experiencias importantes de escucha del Espíritu vividas durante este último año. La primera fue durante la Asamblea de provinciales en Málaga, cuando las provinciales como comunidad discernieron la organización de las nuevas provincias, una decisión que cruzó fronteras, y nos impulsó a un nuevo momento significativo que no fue nada fácil. Sin embargo, por el bien de la misión y de la vida y escuchando al Espíritu que estaba presente, las provinciales tomaron esta decisión que nos cambia la vida y que tiene consecuencias para todos nosotros. Y la segunda, en Santo Domingo, junto con un pequeño grupo de RSCJ reunidas para discernir el futuro de la Sociedad con el pueblo de Haití y que decidieron permanecer con él a pesar del momento tan difícil y peligroso que vive el país. Un momento significativo para mí en este discernimiento fue cuando un joven sacerdote claretiano nos habló de nuestros propios documentos: las Constituciones, el Capítulo de 2016, Artesanas de Esperanza, y escuché, de una forma nueva, el grito del pueblo haitiano y los compromisos que hemos asumido como Religiosas del Sagrado Corazón. Estos dos momentos pueden parecer muy diferentes pero, en realidad, los dos se centran en la pregunta clave del Capítulo de 2016: ¿QUIÉN NOS LLAMA DIOS A SER Y QUÉ NOS LLAMA DIOS A HACER? Y ambos requieren y nos exigen que miremos más allá de nuestras propias preferencias personales, que seamos las mujeres del amanecer llamadas a anunciar la Buena Noticia, que nos arriesguemos a adentrarnos en lo desconocido por el bien de la misión, que creemos nuevas formas y nuevos caminos para vivir el futuro, que confiemos en el Dios que nos llama a cada uno y nos sigue acompañando.

Hace un par de semanas le pregunté a Phil Kilroy que me dijese en qué momento Sofía utilizó las palabras » valor y confianza» que a menudo citamos y Phil me respondió: «Sofía las escribió al terminar algunas de sus cartas, en particular dirigidas a quienes se Società del Sacro Cuore Casa Generalizia Via Tarquinio Vipera 16 00152 Rome – Italy T: +39 06 58 23 03 32 E: info@rscjroma.org enfrentaban a tiempos difíciles”. Y así me gustaría terminar esta carta, con la oración de Sofía por nosotros, que celebramos la Fiesta del Sagrado Corazón en «tiempos difíciles», mientras avanzamos juntos por el poder del Espíritu. Llénense ahora de valor y confianza. El Corazón Divino estará con ustedes y el Espíritu Santo les guiará. Barat

Con cariño y oración,

Barbara Dawson, rscj

Superiora General

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