“A real pain” propuesta de Jesse Eisenberg (absolutamente personal, pues es el director, guionista y protagonista) es una delicada y sorprendente historia en un difícil equilibrio entre la emoción y la comedia. Como argumento, dos primos judíos viajan a Polonia tras la muerte de su abuela. Este país son sus raíces, y quieren conocer algo más ese contexto, las huellas del holocausto y lo que fue la última casa de su abuela allí. Este tour lo realizarán con otros judíos, cada cual con su historia y sus razones para enrolarse en este viaje. Un grupo pintoresco, heterogéneo y marcado por algún dolor… ese “dolor real” del que nos habla el título.

Los personajes protagonistas, con una gran interpretación de Kieran Culkin ganador del Globo de Oro al mejor actor de reparto, entran en contacto con el pasado de su familia, a la vez que conectan con su propio dolor existencial, psicológico… de su tiempo presente. Ambos planos se mezclan y se potencian, poniendo incluso en crisis su relación.

Tocar el propio dolor como camino de sanación es algo que muchos hemos experimentado. Hace falta cierta valentía y mucha voluntad, pero es camino de liberación, de reparación y de búsqueda de la luz que ilumine nuestras tinieblas más íntimas. De este viaje nunca se vuelve igual.

Una película con rasgos del mejor Woody Allen que pretende hacerse un sitio entre tantas películas mucho más comerciales porque aporta una gran dosis de humanidad, de esencia humana, ese trasfondo que tenemos en común lleno de complejidad e incoherencias. Una comedia inteligente y genuina.

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