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Comentario de la liturgia
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domingo 18 de octubre
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por Pilar de la Herrán
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Evangelio: San Mateo 22, 15-21
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En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?»
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.»
Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?»
Le respondieron: «Del César.»
Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»
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Vamos a poner este relato en su contexto. En las tres parábolas anteriores los fariseos quieren acorralar a Jesús. Tal vez se sentía preocupado por el ambiente que se cernía a su alrededor.
En la parábola de los dos hijos, Jesús concluye: “los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios”. Lo importante es hacer la voluntad del Padre, recibir la salvación, no atarse a leyes estériles y autojustificarse.
En la parábola de los viñadores homicidas, Jesús les dice: “Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos”. Jesús, “la piedra desechada por los constructores – acorralado por los fariseos- es ahora la piedra angular”. Y no lo detuvieron por miedo a las gentes que lo tenía por profeta.
En el banquete de bodas “la sala se llenó de comensales”. Es una invitación universal pero a este banquete acudía uno de ellos que iba sin el vestido adecuado. El seguimiento de Jesús precisa cuidado, no puede tomarse a la ligera, diría Mateo a su comunidad con este detalle del vestido.
Al fin, el texto de hoy: Los fariseos y los herodianos formaron consejo buscando sorprenderle en alguna palabra, y, de entrada lo adulan: “Sabemos que eres veraz…” Y vienen las preguntas del millón con trampa: “¿De quién es esta imagen? ¿Es lícito pagar el tributo al César?” Las dos posibles respuestas pondrían a Jesús en un compromiso.
Su respuesta: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” pone las cosas en su sitio. El César se consideraba una divinidad. Queda así desautorizado cualquier dominio absoluto sobre el hombre. Mateo que escribe para los cristianos de los años ochenta, reivindica que Dios es el único absoluto y esto dará a los cristianos de todos los tiempos la mejor lección de seguimiento y libertad. El Dios de Jesús, Abba. No hay ningún imperialismo ni césar alguno que pueda ejercer de dios. El seguidor de Jesús solo adorará al Señor, su Dios, al estilo de Jesús. ¿Qué es lo que tenemos que dar a Dios porque es suyo? ¿Cuidamos de los pequeños e insignificantes, como Él los cuida? ¿Lo perciben a través de nosotros? ¿Quién o qué puede ser nuestro falso dios?
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