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Comentario de la liturgia

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domingo 5 de mayo

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Juan 21, 1-19

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En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al mar de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: estaban juntos Simón Pedro; Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: <<Me voy a pescar>>. Ellos contestaban: <<Vamos también nosotros contigo>>. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: <<Muchachos, ¿tenéis pescado?>>. Ellos contestaron: <<No>>. Él les dice: <<Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis>>. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca,  porque no distaba de tierra más que unos cientos metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a la tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: <<Traed de los peces que acabáis de coger>>. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice:<<Vamos, almorzad>>. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.  Después de comer dice Jesús a Simón Pedro: <<Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?>>. Él les contestó: <<Sí, Señor, tú sabes que te quiero>>. Jesús le dice: <<Apacienta mis corderos>>. Por segunda vez le pregunta:<<Simón, hijo de Juan, ¿me amas?>>. Él le contesta: <<Sí, Señor, tú sabes que te quiero>>. Él le dice: <<Pastorea mis ovejas>>. Por tercera vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?>>. Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: <<Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero>>.  Jesús le dice: <<Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras>>. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: <<Sígueme>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Creo que en lo que más nos cuesta reconocer al Señor Resucitado es en la normalidad con la que se acerca a nuestras vidas. Este pasaje nos remite a nuestro lugar de trabajo, con rostros más cercanos.

Cómo se vive lo cotidiano cuando creemos al Señor ausente – es de noche y no hemos pescado nada- y cómo se transfigura la escena cuando se pone cálidamente en el centro con <<las brasas y las llamas encendidas>>. Sus modos son humildes y discretos: pregunta, pide, invita. Nos anima a volver a intentarlo cuando hemos fracasado, a echar de nuevo las redes por el lado de un amor que no se cansa. Emociona la sencillez de sus gestos: preparar un almuerzo con cariño. Es en nuestra pobreza y fragilidad donde el Señor nos regala su amor y nos confía lo que más quiere. El mayor don del Resucitado es que nos hace capaces de cuidar de las vidas más frágiles, su amor nos capacita para recuperar ese cuidado esencial que hay en nosotros. No tengamos miedo de extender nuestras manos para que él nos lleve. Reconciliados con nuestra indigencia, no le demos poder a nada que venga a robarnos su alegría del corazón. 

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