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Comentario de la liturgia

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domingo 24 de marzo

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 13, 1-9

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En una ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: <<¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera>>. Y les dijo esta parábola: <<Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?» Pero el viñador contestó: «Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas».

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][vc_single_image image=»3956″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Jesús nos cuenta historias para educar nuestra sensibilidad hacia una manera paciente y lenta de estar en la vida.

Aguarda el tiempo necesario para que la higuera dé su fruto y, mientras tanto, sigue cuidando de ella. Pero ¿y si transcurrido el año no llega a fructificar? ¿La cortará? Ahora ya sabemos que no. Es el gran amor por su viña el que hace infinitamente paciente al viñador, que no se cansa de darnos tiempo y oportunidades para madurar. La parábola me evoca lo que Christian Bobin recoge en su hermoso libro, Resucitar, acerca de una mujer que piensa que todo lo que hace es malo, fallido: <<Querría que se le concediera una segunda vida, como un buen papel en blanco en donde poder pasar a limpio la primera, quitarle todas las manchas y todos los borrones. No se da cuenta de que la vida de verdad es versión a sucio>>. Si soy sincera, yo también me he sentido así en algunos momentos, necesitando otra hoja en blanco, una segunda vida. Nos lleva tiempo descubrir que la que Dios ama es esta <<versión a sucio>> que nos duele, con todos sus borrones. Es a esta, y no a otra, a la que aguardan fecundidades inéditas. 

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Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y las puertas de los sacramentos no deberían cerrarse por cualquier motivo. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese sacramento que es <<la puerta>>, el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles (…). A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas. PAPA FRANCISCO.

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