2 de Febrero “desde otra orilla”

fraternidadEl 2 de febrero se celebra el día de la Vida Consagrada, una buena ocasión para preguntarnos “por dónde andamos” el colectivo aún numeroso de mujeres y hombres conocidos como religiosos/as, frailes, monjas, hermanos/as y otras especies. Y mi impresión es que en estos momentos y usando la metáfora del río, estamos en otra orilla muy distinta de la que solíamos estar.

Cuenta la Leyenda Áurea que en el siglo IV, un hombre de estatura gigantesca se dedicaba a pasar gente de una orilla a otra y un día tuvo la suerte de trasportar al mismísimo Niño Jesús.  No sé si ha sido obra de san Cristóbal, pero pienso que también nosotros hemos sido llevados “a otra orilla” y que, más que decidirnos a cruzarla o no, de lo que se trata es de reconocerla como tierra sagrada como suelo bendito que ahora nos toca habitar.

¿En qué la reconocemos?

  • En que en ella se habla otro lenguaje y las antiguas palabras – perfección, separación, distancia, cumplimiento, exactitud, normativa, horarios, ejemplaridad…, están dejando paso a otras: cuidado, cordialidad, humanidad, corporalidad, vulnerabilidad, disminución, amparo, cercanía, gratuidad, sencillez
  • En que aquí no se espera de nosotros ni edificios, ni organizaciones, ni liderazgos ni predicaciones, ni tampoco que marquemos las diferencias en cuanto a vestimenta, vivienda, horarios o costumbres: esperan personas expertas en humanidad, capaces de amistad y de escucha, disponibles para caminar fraternalmente con otros, afrontando juntos la intemperie y compartiendo nuestro único tesoro que es el nombre de Jesús.

Pero en este colectivo de llevados-a-otra-orilla coexistimos diversas especies:

  • los pataleantes, que niegan la realidad de la nueva situación y siguen anclados en otro tiempo, el del poderío numérico, las grandes obras y la tonta autosuficiencia
  • los suspirantes, que gastan sus energías en lamentarse y en recordar con añoranza un pasado calificado de glorioso
  • los listillos que aprovechan en seguida posibles ventajas a su favor (“libre, con wifi y a mi aire: no pido más…”)
  • los despiertos, atentos para descubrir las ocasiones de vivir el Evangelio que esconde el presente
  • Y los cantores que están ya componiendo música e inspirándonos melodías inéditas para cantar, aquí y ahora, la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Ir al contenido