Lc 10, 1-9
En aquel tiempo designó el Señor a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos [en dos], a todas las ciudades y lugares adonde pensaba ir.
Les decía:
—La mies es abundante pero los braceros son pocos. Rogad al amo de la mies que envíe braceros a su mies.
Marchad, que yo os envío como ovejas entre lobos.
No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias. Por el camino no saludéis a nadie. Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, descansará sobre ella vuestra paz. De lo contrario, tornará a vosotros. Quedaos en esa casa, comiendo y bebiendo lo que haya; pues el trabajador tiene derecho a su sustento. No paséis de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed de lo que os sirvan. Sanad a los enfermos que haya y decidles: Ha llegado a vosotros el reinado de Dios.

Es un envío, con todas las de la ley. ¡Inconfundible!
Parece que era un momento en que a Jesús deseaban verlo en todas partes, su fama ya había cundido, necesitaba ayuda: los manda “adonde Él pensaba ir” (Hechos, 1, 6). “La mies es abundante pero los braceros son pocos”, les añade. Pero lo que sigue marca todo un estilo, “os envío como corderos en medio de lobos” o sea: no vais como fuertes, ni poderosos, ni por encima de los demás. Y ¡sin nada!: ni alforja, ni báculo…No se pueden entretener, y se han de alojar donde los acojan, no han de buscar refugio… se lo tienen que dar otros. Y, en medio de todas esas desventajas y debilidades, “sanad enfermos y decidles: “ha llegado a vosotros el Reino de Dios”: el encargo es que ellos, débiles y pobres, tienen que aliviar a los sufrientes y dar a todos la alegría de saber que Dios está reinando ya entre ellos. ¡Es cosa de saber reconocerlo, parece!
No cabe duda que este envío de los 72 marca todo un estilo que revela el contenido de ese Reino que anuncian. Ese reino es de los pobres, los sufrientes, los sin poder, los débiles, los humildes. En Jesús, Dios habitó en la historia desde la humildad y la pequeñez y, además, los lobos “pudieron” con Él, lo mandaron a la cruz. Pero Él no cejó en su empeño de decirnos que su Padre nos quiere, que busca a la oveja perdida y atisba el horizonte para ver si regresa el hijo que se ha marchado. Y al hermano disconforme con esa generosidad, le dice “todo lo mío es tuyo”.
Los discípulos no entendieron mucho, parece: después de la resurrección, cuando iba a ascender a los cielos, el evangelio subraya que todavía esperaban que regenerara el reino de Israel.
Pidamos saber anunciarlo nosotros aquí y ahora, desde la pequeñez y la debilidad que nos caracteriza como seres humanos, sin taparla ni disimularla, en medio de una sociedad que invita a buscar el brillo y el poder. Asumamos la irrenunciable misión de solidarizarnos con los que sufren la enfermedad, la soledad o el rechazo por su origen o color. Y demos la Buena noticia de que el Reino, Dios mismo, está entre nosotros: ayudemos a nombrarlo, a buscarlo, descifrarlo, encontrarlo, agradecerlo, disfrutarlo, celebrarlo y contárselo a otros.
Qué alegría leer tu comentario , Esperanza.
Todo lo comentas desde la fe y la experiencia de vida con esa fuerza tan grande que impulsas como tu mismo nombre. Ayer estuve en La Punta. Allí dejaste un gran ejemplo.
Un abrazo , Mariví Suria Valls
Qué sorpresa tan agradable encontrarme con este excelente comentario de la hermana Esperanza, donde se pone de manifiedto su fe, recordé el tiempo que compartimos en Sancti Spiritus, Cuba
El comentario me ha parecido profundamente inspirador, especialmente en cómo presenta la paradoja de un Dios que elige la humildad y la debilidad como camino para revelarse. Me llama la atención la insistencia en que, aún después de la resurrección, los discípulos seguían esperando otro tipo de salvación, más política o visible.
Quizás hoy también nos cuesta reconocer a Dios en lo frágil, en lo cotidiano o en quienes sufren.
Me pregunto: ¿cómo podemos enseñar —desde nuestro lugar como educadores— a mirar más allá de las apariencias y a descubrir ese Reino presente en lo pequeño y en lo aparentemente insignificante?
Gracias Esperanza ,es cierto que tu entusiasmo y entrega son «contagiosos»! y siguen muy «vivos»!
Gracias Esperanza, la Miseri-cordia te habita
Y la fuente si recuerdas es la de Arteas
Y la puerta entreabierta una fe El Brull
Querida Espe: Con ilusión leí tu inspirador comentario pues es una manera de sentirte cerca. Espero que estés muy bien entregándote a los migrantes por los que pido todos los días. Creo sabes que estoy en un pueblo de Guadalajara, México. Se llama Jocotepec y aquí tengo un grupo de Salud mental y otro en Guadalajara, donde vamos los miércoles. Espero tu familia esté bien. Un abrazo