«Sus heridas nos han curado»: Contemplando el Sagrado Corazón traspasado
Fuente: RSCJ internacional
“Sus heridas nos han curado”. Is 53, 5
Con el paso de los años, las heridas de Jesús se han ido convirtiendo para mí en un lugar de atracción, en un lugar de Encuentro. Su Corazón Traspasado y Abierto para siempre se me ofrece como una puerta de acceso que me adentra en el Misterio de su Amor, un Amor que es tierno, compasivo, misericordioso.
En la Cruz se abre una Herida que permanece abierta hasta hoy. Esta Herida es una Herida por la que circula la Vida, paradójicamente, es una Herida que trae Vida. Contemplar a Jesús así, desde el Misterio de su Corazón Traspasado, abre un camino para que podamos ir a Él con nuestra vulnerabilidad, con nuestras propias heridas -que son de muerte-, con la fragilidad de nuestra existencia. Cuando Jesús se presenta a sus discípulos, ya Resucitado, lo primero que hace es mostrarles sus manos y su costado: su Vida nueva guarda la memoria de ese Amor infinito y a la vez de la vulnerabilidad de lo que fue su existencia entre nosotros.
Es como si nos estuviera diciendo:
- Si estás cansada, ¡ven a mí!
- Si experimentas la debilidad, ¡ven a mí!
- Si llevas en ti el sufrimiento de los pequeños, ¡ven a mí!
- Si sientes el peso de tu propia herida (psicológica, física, existencial…), ¡ven a mí!
- Si te duele el clamor de nuestra tierra, ¡ven a mí!
- Si la desesperanza te muerde, ¡ven a mí!
Cualquier situación que podamos pensar, experimentar, vivir… nada queda excluido de esta fuerza de Amor que nace de la Herida infinita, todo queda abrazado por esta energía que brota de la vulnerabilidad. Y entonces, nuestras heridas, las heridas de los Traspasados de nuestro mundo, desde este Amor, pueden convertirse en surcos abiertos donde la muerte queda transformada en Vida.
Patricia Hevia rscj
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