El año 2024 está llegando a su fin. Desde el punto de vista del cine de animación, va a ser recordado como una inyección de adrenalina para la industria. Películas con grandes estudios a sus espaldas, como Inside Out 2 (Del revés 2), Gru 4 o Kung Fu Panda 4, han sido las grandes triunfadoras de la taquilla. Sin embargo y a la espera de alguna de las grandes superproducciones que quedan por estrenarse de cara a la campaña navideña, hay una película que ha llegado para colarse en nuestros corazones con una propuesta de lo más interesante y visceral.
Robot salvaje partía con una clara desventaja en la difícil lucha de la taquilla semanal de los cines. Se trata de una cinta novedosa, es decir, no forma parte de una gran saga ya instaurada en los corazones de los telespectadores que acuden a las salas de cines ávidos de entretenimientos cada vez más exigentes. Por otro lado, había otro aspecto que le restaba encanto a la hora de ser tomada como una opción destacable para acudir al cine. Su tráiler, el cual lleva meses mostrándose en las salas, mostraba demasiado de la trama y podría haberle reducido atractivo en lugar de despertar interés por la película en sí. Sin embargo, Robot salvaje se ha promocionado con el poder del boca a boca de las personas que han descubierto en esta proyección un auténtico diamante en bruto.
Robot salvaje cuenta la historia de Rozzum 7134, una robot que despierta en una isla desierta con la única compañía de los animales que la habitan. Necesitará poco tiempo para descubrir que debe adaptarse a un entorno que le es totalmente desconocido y a unos compañeros de aventura que no quieren tener ningún tipo de relación con su nuevo vecino. Todo cambiará cuando el robot, que pasará a llamarse Roz, reciba la tarea de cuidar a una pequeña cría de ganso que se ha quedado huérfana. Este hecho desencadenará una aventura para la que no estaba programada.
La historia es diferente. No empieza con una presentación claramente marcada de un cuento al uso. Roz aparece ahí, en mitad de la isla, y los acontecimientos se van sucediendo hasta llegar al núcleo clave de la historia: la familia. Desde hace años, las películas infantiles se han esforzado por atraer a las salas no sólo a los más peques de la casa, sino también han puesto el interés en encandilar a los adultos que los acompañan. Las bromas con segundas intenciones las llevamos viendo implícitas desde películas como Shrek (2001) y he aquí una de las claves del éxito de Robot salvaje. Roz juega un doble papel: tendrá que aprender de todo lo que le rodea como si fuera un niño que descubre el mundo por primera vez y asumirá la más que difícil tarea de cuidar a la cría de ganso. Y es ahí donde radica la belleza de la cinta que llega a dar en el centro de la diana emocional de los padres y las madres que se sientan identificados con Roz al tiempo que encandila a los peques con las múltiples ocurrencias de Bribón, un zorro del nadie ha sentido aprecio alguno.
La historia va tratando el tema de la maternidad/paternidad desde un punto de vista totalmente desconocido hasta asumirla y concebirla como una serie de tareas que tendrá que cumplir nuestro robot con el ganso. Cubrir las necesidades básicas como la alimentación o la relación con sus iguales serán su nueva misión. Roz nos va enseñando que esa “tarea” va a invalidar el código que le fue otorgado en su fabricación para conseguir el bien del pequeño ganso. Ese es el gran reto de todo padre y de toda madre realmente. Se llega a cambiar en todos los aspectos de la vida para dar a los hijos y las hijas lo mejor de cada uno/a. En definitiva, anteponer las necesidades de él/ella a las propias. ¿Qué padre o madre no se siente así cada día de su vida?
Por supuesto que habrá errores. Por supuesto que habrá fracasos, Por supuesto que habrá momentos de desesperación y en los que no se conoce el mejor camino para avanzar. Pero por supuesto que habrá un amor incondicional que superará todos y cada uno de los obstáculos para dar a esa pequeña criatura la mejor vida posible. No hay que olvidar que cada hijo o hija tiene unas características propias (también nos lo muestra la película) y hay que adaptarse y darle justo lo que necesita. Como padres o educadores no podemos eliminar los inconvenientes de la vida porque, entonces, nunca llegarán a vivir por ellos mismos. Tenemos que acompañarlos y aportarles facilidades para que aprendan a avanzar ya que llegará el momento en el que “tengan que volar solos/as” y no estaremos ahí para volar por ellos y por ellas.
Si dijésemos Robot salvaje sólo trata el tema de la maternidad/paternidad, sería infravalorar y mucho la película. Lo bonito y el corazón de la cinta es la cantidad de valores que quiere transmitir: el cuidado de la naturaleza, la importancia del trabajo en equipo, la amistad como necesidad imperiosa de la vida, el respeto en la convivencia y la educación a la hora de relacionarnos. Son tantos temas presentados con matices muy sutiles que darían para un coloquio muy enriquecedor.
Por último, hay otro elemento presente en toda la película que juega un papel fundamental. Desde el primer minuto, la imagen te atrapa. Su forma de contar la historia y de mostrar el paisaje de la isla y a sus habitantes hipnotiza de tal forma que todo lo que se muestra en pantalla es bello y cala profundamente en el corazón. Su estilo recuerda mucho al cel shading o toon shading (sombreado cel) que no es más que un tipo de renderización fotorrealista diseñada para hacer que los gráficos generados por ordenador parezcan dibujados a mano. Esta técnica, que es común verla en videojuegos, pretende que las imágenes tengan un estilo de comics o dibujos animados más clásicos. La naturaleza con sus múltiples elementos en movimiento puestos en pantalla durante algunas escenas, los animales de las más diversas y variopintas especies y hasta la misma Roz parecen que gozan de ese estilo cercano y amigable que contrasta con otros elementos más invasivos que van surgiendo durante la trama de la película. Por todo ello, su apartado visual funciona como un personaje más dando una sensación entrañable que crea la atmósfera perfecta para que el espectador se sienta como un miembro más de la historia.
Robot salvaje es bella. Es emotiva. Es tierna. Está plagada de valores. Toca el corazón. Llama a la reflexión. Nos cuestiona como adultos y nos entretiene como niños. Robot salvaje es una gran película y lo grita en silencio porque deja que sus imágenes, sus reflexiones y su belleza visual hablen más de ella que sus cifras en taquilla. Es cierto que a 2024 todavía le quedan un par de ases en la manga con Vaiana 2 o El señor de los anillos: La guerra de los Rohirrim, pero Robot salvaje juega en otra liga. Una película que partía con una clara desventaja se ha posicionado en un puesto privilegiado en la clasificación de las mejores películas de animación del año y se convierte en una clara favorita para la próxima temporada de premios. Después de todo, “a veces, la vida da muchas vueltas…”.
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