Llevo 55 años en África: llegue a Uganda en el 1969, tres meses después de mi Profesión en Roma.  

Por un año estuve en el Chad y luego en 1975 volví a Uganda, Karamoja. 

La fundación de Uganda fue hecha por irlandesas y escocesas aunque desde el principio hubo una hermana argentina, una italiana una norteamericana y una australiana  

Al principio, al pertenecer a Irlanda, aunque en teoría el grupo era internacional el estilo de vida y costumbres eran muy anglosajones. 

En 1971 con María Josefa Bultó de Superiora General, las puertas se abrieron de par en par a toda la Sociedad. RSCJs de muchas Provincias se ofrecieron a venir a Uganda. 

Entonces empezamos a vivir internacionalidad a fondo. 

Internacionalidad es un regalo aunque a veces tiene sus desafíos. Mi modo de ver las cosas se fue transformando poco a poco. A veces cambiar mis miras me costó. Lo que eran cosas evidentes pasaron a segunda categoría. Es una escuela de aprendizaje. Viviendo internacionalmente es para mí ahora un regalo, un privilegio y una alegría. 

Ahora vivo no solo la internacionalidad sino la interculturalidad al ser cuatro de nosotras en comunidad de cuatro “tribus ‘diferentes  (incluyendo la castellana) 

Mi gran motivación fue la llamada a la vida Misionera que recibí cuando tenía 14 años y sigue aún muy viva hasta hoy día.  

Fue inspirada por Pilar García Vicente, rscj que tuvo que dejar la Selva Amazónica pero mantuvo tanto fuego que me lo comunicó. 

Tenía un grupo de alumnas en Chamartín, nos reunía todas las semanas. 

Un día nos preguntó “¿quién quiere ir a tierras lejanas como Filipina Duchesne a hacer conocer y amar a Jesús? “ 

Y contesté “yo“. Perseguí mi deseo durante muchos años hasta que fui enviada a los 30 años. 

Son una gracia y una alegría que no sabría bien expresarlas 

Para mí su gran testimonio fue y sigue siendo su fortaleza, su resiliencia y fidelidad a su llamada a pesar de las muchas dificultades que tuvo que afrontar. 

Y su espíritu de oración que espero mantengamos.  

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