Transformar la herida 

Cuando Santa Magdalena Sofía persistía en la oración, era como si hubiera entrado en el torrente del Amor, como si se hubiera conectado a la fuente del Amor de Dios. En las Constituciones, nos dejó este consejo: «acostúmbrate a conectarte con el Corazón de Jesús en las oraciones, las preocupaciones, los sufrimientos y las actividades ordinarias». Podía ser muy atenta. Cuando se encontraba con la gente, estaba realmente con ellos con todo su ser, creando un espacio dentro de sí misma para recibir a esa persona. Esto me resulta muy cercano. No se trata sólo de no hacer diferencias entre las personas, sino de estar tan atento a la diversidad de la persona que esa atención sea sanadora.  

mi encuentro con Sofía Alicja B

Lo que me fascina es que Santa Magdalena Sofía llegó a experimentar al Dios amoroso a través de las relaciones, a través de las personas que conoció. Todas las experiencias dolorosas crearon en ella una herida con la que llegó al Corazón herido de Dios. Lo que la hirió, la llevó a Dios. La herida se convirtió para ella en un puente. No se compadecía de sí misma ni negaba las experiencias difíciles, sino que tomaba la vida tal como era. Fue capaz de estar ante Dios con todo y encontrar consuelo. Cuando nos presentamos ante un Dios amoroso con lo que llevamos dentro, descubrimos que el Señor Dios nos toca desde dentro de tal manera que lo que era dolor se convierte en el lugar de nuestra transformación, pero también de ser enviados a los demás. Era muy compasiva con los demás, suave pero concreta. El dolor ablandó su corazón.  

Magdalena Sofía era capaz de esconderse, no en sí misma, en su resentimiento, sino en su relación con Dios. Sabía dejarse abrazar por Dios con la sencillez de una niña. Cuando surgían conflictos en la crisis de la congregación, ella dejaba la puerta entreabierta y mostraba con sus acciones: «Estoy por ti». ¿De dónde sacaba esta fuerza? Fue capaz de permanecer en Dios con su herida, su rechazo, su sensación de ser tratada injustamente. El amor nos abre el corazón. Fue capaz, como Jesús, simplemente de amar y, como él, nunca renunció a amar. 

Cuando estaba en el noviciado de Marki, viví una época en la que me hacía muchas preguntas. Una vez abrí el cuaderno de cartas de Sofía y, para mi sorpresa, encontré palabras que respondían exactamente a mis preguntas. Entonces se me ocurrió que ella estaba tan presente conmigo – hasta entonces no había sido consciente de que estaba tan viva. Además de esto, también me resulta muy importante que Sophie no se presentara a sí misma: quería que se conociera el Amor del Corazón de Dios, no a ella como persona. Era una líder compasiva y esta fue una característica de Sofía como educadora y líder que se hizo muy cercana a mí personalmente. Magdalena Sofía acompaña de una manera muy delicada. Es una inspiración para mí. 

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