Bantabá, un lugar seguro, un refugio, un espacio donde aprender español, aprender a convivir. Fui con intención de ayudar, fui queriendo aportar mi granito de arena a todas esas personas que por diferentes circunstancias no lo han tenido fácil. Sabía que no iba a cambiar la vida de nadie, sabía qué mis dos semanas ahí no iban a ser decisivas para ellos y ellas, pero solo quería poder ayudar y que en ese tiempo, en esas horas de escuela, estuvieran felices. A su vez, fui sin expectativas, no me imaginaba lo que era Bantabá, pero lo poco que llegue a imaginar no se acerca ni un mínimo a lo que he vivido.
No le habré cambiado la vida a nadie, pero ellos sí han cambiado la mía. Me han dado una nueva perspectiva, me han hecho cuestionarme muchas cosas de esta vida, de este mundo tan bonito y tan injusto en el que vivimos. He aprendido de cada uno de ellos y algo se ha encendido dentro de mí para seguir ayudando, seguir colaborando en estas causas sociales tan invisibilizadas. Gracias infinitas a todos los alumnos y alumnas que me han acompañado y he acompañado este tiempo.
Por supuesto mil gracias también, a Fátima, Blanca, Elena y Edith, las monjas del Sagrado Corazón, por acogernos y abrazarnos desde el primer día. Gracias por la labor tan importante que hacéis.
Miren Mena, Voluntaria verano 2024
Comentarios recientes