Mc 7, 31-37
Después salió de la región de Tiro, pasó de nuevo por Sidón y se dirigió al lago de Galilea atravesando la región de la Decápolis. Le llevaron un hombre sordo y tartamudo y le suplicaban que impusiera las manos sobre él. Lo tomó, lo apartó de la gente y, a solas, le metió los dedos en los oídos; después le tocó la lengua con saliva; levantó la vista al cielo, suspiró y le dijo:
—Effatá, que significa ábrete.
[Al punto] se le abrieron los oídos, se le soltó el impedimento de la lengua y hablaba normalmente.
En el evangelio Jesús se presenta a menudo “en camino”, invitándonos a hacerlo nosotros también. En su caminar atravesó la «Decápolis», entre el litoral de Tiro y Sidón y Galilea, zona no judía, territorio multi-étnico y pluri-religioso (cf. Mc 7, 31). Una situación ecuménica, significativa también hoy para nosotros. Le presentan a un sordomudo, pidiéndole que le imponga las manos, que lo bendiga. Gesto muy apreciado en Oriente medio.
La gente se ha dado cuenta de que a Jesús de Nazaret le importamos todos, cada persona con su situación personal. Y precisamente este hombre carece de algo muy importante para su vida de todos los días: el oído y la palabra.
Me llama siempre la atención y me toca el corazón ver el “cuidado” que tiene Jesús con todo el que se le acerca y con todos los que le presentan.
Jesús toma a parte al sordomudo y lo “cuida”, se ocupa de él. Jesús y el sordomudo se encuentran solos, en la cercanía de una relación personal, privilegiada.
Con sus signos: Jesús mete los dedos en los oídos, toca con su saliva la lengua y mirando al cielo, suspira y dice: “eftah”, “ábrete”… Y al instante el hombre oye y habla perfectamente (cf. Mc 7, 35). Y se abre al mundo…
La compasión de Jesús con el sordomudo entra en la relación de Jesús con su Padre y se convierte en curación.
Pensemos hoy en esa “cultura del cuidado como camino de la paz” de la que nos habla el Papa Francisco en su Mensaje del 1 de enero de 2021. Cuidado de Dios con la humanidad, tan presente en el Antiguo y Nuevo Testamento, desde el Génesis. Por eso la impresión que Jesús deja a su paso es que “Todo lo hace bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”… Dejémonos transformar por ese Cuidado de Dios.
Muy bonito e inspirador, Pilinchi..
Muchas gracias