Soy profesor jubilado del colegio del Sagrado Corazón de Pamplona. Hace mucho, el Señor me llamó para que intentara poner un poco de color en tanto gris oscuro. Hoy día, me sigue llamando para lo mismo. No me deja descansar. Me dice que tenga ceñida la cintura y que permanezca en vela. Ex profesor del colegio de Pamplona y ex miembro de la Red de colegios del SC.
Mc 10, 2-16
Llegaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:
—¿Puede un hombre repudiar a su mujer?
Les contestó:
—¿Qué os mandó Moisés?
Respondieron:
—Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.
Jesús les dijo:
—Porque sois obstinados Moisés escribió semejante precepto. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer,y por eso abandona un hombre a su padre y a su madre, [se une a su mujer]y los dos se hacen una sola carne. De suerte que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Una vez en casa, los discípulos le preguntaron de nuevo acerca de aquello.
Él les dijo:
—Quien repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio contra la primera. Si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio.
Le traían niños para que los tocara, y los discípulos los reprendían.
Jesús, al verlo, se enfadó y dijo:
—Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Os aseguro, el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y los acariciaba y bendecía imponiendo las manos sobre ellos.

Dando por supuesto que todos vamos a seguir intentando ser como niños (frágiles pero confiados, frescos, inocentes, acogedores,….) me voy a centrar en el texto de la pareja.
Yo estoy casado (desde hace 41 años) y a veces, después de alguna tensión y medio en broma le he dicho a mi mujer: “Voy a pedir el divorcio”. A lo que ella, muy rápida, responde: “Ahí tienes la puerta”.
Y es verdad. “La puerta” siempre está ahí. La infidelidad suele terminar en la cama, pero empieza en “tantas puertas” que hoy se pueden atravesar… Y hay muchas formas de separación. Ahí están las cifras. Un buen jugador apostaría poco por la duración de muchas de las parejas actuales. La pregunta que le haríamos a Jesús hoy no es la misma que le hicieron los fariseos hace 2000 años, pero la dificultad de la vida en pareja sigue estando ahí. ¿Cómo vivir hoy con una única pareja? ¿Cómo armonizar la vida en pareja desde la igualdad – con tantas diferencias? ¿Cómo seguir ilusionándonos con un proyecto común nunca del todo construido? ¿Cómo vivir con otros? (¡Qué difícil es la convivencia!) ¿Es Dios quien nos une?
Demasiadas preguntas en un texto, pero un buen telón de fondo: sé de quién me he fiado también en cuanto a mi caminar en pareja. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre/la mujer” Y eso me compromete en el seguir caminando a dos. No es solo una cuestión de suerte (“hay que ver qué suerte has tenido con tu pareja, que plancha y todo”). Es que la clave sigue siendo no tener dureza de corazón, sino corazón. Y fiarse. Y amar. Para hacer creíble el amor y para hacer vivir.
Seguro que todos conocemos parejas que han llegado a la vejez, y que se quieren con un amor entrañable y delicioso. Ellas nos hacen ver que es posible. Que algunos atraviesan las pruebas de la vida haciendo crecer aquello que Dios unió.
Señor, sigue esponjando nuestros corazones y sé tú la fuente de nuestro amor.
Gracias Javi, Hace mucho que tus comentarios dan en el clavo y tus poemas nos alientan
Genial comentario sobre el matrimonio.