Trabaja en un proyecto de acogida de migrantes en Barcelona
Jn 6, 60-69
Muchos de los discípulos que lo oyeron comentaban:
—Este discurso es bien duro: ¿quién podrá escucharlo?
Jesús, conociendo por dentro que los discípulos murmuraban, les dijo:
—¿Esto os escandaliza? ¿Qué será cuando veáis a este Hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen –desde el comienzo sabía Jesús quiénes no creían y quién lo iba a traicionar–.
Y añadió:
—Por eso os he dicho que nadie puede acudir a mí si el Padre no se lo concede.
Desde entonces muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
Así que Jesús dijo a los Doce:
—¿También vosotros queréis marcharos?
Simón Pedro le contestó:
—Señor, ¿a quién iremos? Tú dices palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios.
Nos encontramos ante el final del capítulo 6 de Juan. Palabras y actitudes que muchas veces se nos hacen difíciles de entender en una primera lectura. Algunas claves sencillas nos pueden ayudar a comprenderlas de una manera muy vinculada a nuestra vida y a una nuestra historia de fe personal, comunitaria y eclesial.
– Jesús en plena consciencia del momento que vive: parece que muchos de los que se entusiasmaron con su seguimiento (a más o menos distancia) lo van dejando, Jesús sabía que esto pasaría.
¿A dónde me/nos lleva un seguimiento “desde la distancia”?
– La persona de Jesús es la Buena Noticia: Jesús es el gran don del Padre a la Humanidad y a cada uno de nosotros. Desde nuestra radical libertad somos invitados a “unirnos y conformarnos a su corazón”. Nos puede ser faro y guía la oración de los Ejercicios de San Ignacio de la Segunda Semana: “conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para más amarle y más seguirle”.
¿Me estoy dando tiempo estos días de verano para ir viviendo esta intimidad con el Señor?
– Nuestra respuesta puede hacer posible el proyecto de amor al que nos invita: Pedro (tan conocido por su impulsividad, sus miedos, sus dudas) vivirá un proceso que le llevará a vivir cada vez con más plenitud ese proyecto de amor. Jesús siempre nos ofrece nuevas oportunidades (tal como hizo con Pedro) para VIVIR ese proyecto de amor.
¿Qué invitaciones concretas estoy recibiendo en mi vida para poder vivir ese proyecto de amor que Dios ha soñado para mí?
Personalmente, este pasaje me invita a reflexionar sobre mi propia respuesta a las enseñanzas de Jesús. ¿Estoy dispuesto a aceptar y confiar en su palabra incluso cuando va en contra de mis expectativas o comprensión? ¿Estoy dispuesto a quedarme con Él, incluso cuando otros se apartan? La fidelidad a Jesús a menudo requiere un acto de fe y confianza más allá de lo evidente, y este pasaje me recuerda que la verdadera vida eterna se encuentra en la relación con Él, en lugar de en la comprensión completa de todo lo que enseña.
La historia de Pedro también es un recordatorio de que, a pesar de nuestras dudas y preguntas, podemos encontrar en Jesús una guía y un sentido profundo de propósito. Es en esos momentos de incertidumbre y dificultad que nuestra fe puede ser probada y, al mismo tiempo, fortalecida.