Madre de familia apasionada por acercar el mensaje de Dios a nuestro mundo actual. Me dedico profesionalmente a la comunicación corporativa y la publicidad. Desde mi ciudad, Granada, vivo, disfruto y comparto el carisma RSCJ como Familia del Sagrado Corazón.
Lc 1, 39-45
Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo, exclamó con voz fuerte:
—Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.
A las puertas de vivir una nueva Navidad, María visita a Isabel. Con la exaltación de la Virgen cerramos una secuencia de anunciaciones que nos avisan de que Jesús está cerca.
El cántico de María es también el de los pobres de todos los tiempos, ricos en espíritu que saltan de alegría porque saben que Dios está con ellos.
Un broche de oro para el Adviento que viene de la mano de dos mujeres, que en aquel tiempo representaban a los pequeños, a los sin nombre, a los que no tenían voz y que sin embargo son templos de Dios.
Es fácil imaginarse la mirada cómplice de las dos primas, esa mirada que brilla y centellea cuando una madre nota en su interior el movimiento de su bebé. Nadie mejor que una mujer en estado de buena esperanza sabe cuánta incertidumbre hay en sus entrañas y al mismo tiempo cuánta FE hay en Dios; en un Padre cercano y amoroso que la acompaña y no la deja sola.
El miedo y la preocupación, dan paso a la ilusión y la alegría, a olvidarse de una misma para pensar en el que lleva dentro.
Fiarse y decir sí es un salto atrevido, y es ante todo una predisposición al movimiento. El Papa Francisco nos recuerda constantemente que debemos ser una Iglesia en salida. Que esta Navidad que está a punto de comenzar, nos recuerde que Jesús vuelve a nacer en nuestros corazones para invitarnos a abrazar, a vivir desde lo humilde y lo sencillo, a teñir de sonrisas cómplices que ayuden y acojan a los que nos rodean y nos necesitan, a mirar al que nadie mira y a llenar las calles de la verdadera Alegría del que tiene a Dios en sus entrañas.
Preciosa tu reflexión, Lourdes. Se transparenta tu experiencia de fe y de maternidad.
Especialmente me gusta «es ante todo una predisposición al movimiento» Es verdad. Que Dios nos ayude a ser «creyentes en salida»…
Gracias
Muchas gracias por tu comentario Lourdes. Realmente madre y creyente!
!Preciosa reflexión, Lourdes!