Este verano tuve la oportunidad de participar en el proyecto Norte -Sur como voluntaria en Moreno, Provincia de Buenos Aires. Una experiencia verdaderamente transformadora que me ha permitido crecer tanto personal como espiritualmente.

Siempre me ha gustado realizar voluntariados, en Granada (donde resido) participé en varias iniciativas, pero siempre a corto plazo y muchas veces se vieron interrumpidas, como por ejemplo por el COVID.

Sin embargo, anhelaba una experiencia internacional más profunda y duradera, una experiencia que va más allá de aprender de diferentes culturas, que va más
allá incluso de sumergirte en una nueva forma de vida que expande tus horizontes y que te da una visión distinta de la vida. Una experiencia que te permite vivir en el sentido más pleno de la palabra: en comunidad, junto a quienes más lo necesitan, y cerca de las enseñanzas de Jesús. Por ello cuando se me presentó la posibilidad no lo dudé ni un instante en aceptarla.

En Argentina, vivía en un barrio de Moreno, cono urbano profundo de Buenos Aires, y en general realizábamos actividades por Cuartel V, una de las zonas más
precarias. Las hermanas del Sagrado Corazón tienen proyectos en varios barrios centrados principalmente en alfabetización y ollas populares, en los que me incluyeron, además tuve la posibilidad de dar clases particulares de matemáticas y de participar en talleres de educación popular, que me descubrieron un mundo
nuevo y muy interesante.

Durante mi voluntariado viví en comunidad con cuatros hermanas, y que sin duda contribuyeron a hacer experiencia aún más especial. Me apoyaron a lo largo de
toda mi estancia, acompañándome y respondiendo con paciencia a mis mil preguntas. Vi en ellas mujeres muy fuertes, que han dedicado su vida a los que más lo necesitan y que me inspiran cada día para llegar ser la mejor versión de mi misma.

La llegada al barrio, la recuerdo con mucho cariño y nostalgia, recuerdo la impresión que tuve y como el último día, se iba una persona muy distinta a la que
llegaba. A lo largo del mes y medio que pasé en Moreno, ser alternaron un sinfín de emociones dentro de mí, la tristeza al ver el nivel de precariedad, la frustración al

ver como de injusta me parecía la vida, pero también mucha satisfacción cuando conseguía que una niña leyese su primer cuento o un niño hiciese su primera
multiplicación solo, admiración cuando sentía la fuerza de las mujeres del barrio, alegría que me contagiaban los niños y como me llenaban el corazón sus abrazos
tan espontáneos. Recuerdo la primera semana se me escaparon unas lágrimas de pensar las realidades tan distintas que estaba viviendo, y como en el mismo
mundo podíamos tener vidas tan distintas, y recuerdo como a lo largo de la experiencia esa frustración se fue trasformando en esperanza. Saber que hay personas muy fuertes que luchan por un futuro mejor, ver la luz en los grandes y pequeños actos de humanidad, sentir Jesús más cerca que nunca, reflejado en las calles, en el sacrificio y en las sonrisas de Moreno. En un mes y medio aprendí, lo que en 20 años de vida tanto me había costado ver, la importancia de lo esencial.

Son muchas las razones, salir de la zona de confort, desenvolverte en otra realidad, desarrollar la empatía, la capacidad de adaptación, pero destacaría la visión de la realidad y del mundo que te proporciona esta experiencia, conocer otra cultura, otra forma de vivir, personas distintas a las de nuestro entorno. Todos
estos factores te ayudan a abrirte nuevos caminos, desarrollar tu forma de pensar y concebir la vida. Y por otra parte te ayuda a hacerte más fuerte, a relativizar los
problemas, a ocuparte en vez de preocuparte y darle importancia a lo esencial, ya que muchas veces las cosas a las que le damos importancia distan mucho de las
que lo son verdaderamente.

Rosa Filipina además de ser una mujer valiente y perseverante también fue una mujer que siempre estuvo dispuesta a ayudar y a servir, sin importar las
circunstancias. Se tuvo que adaptar a una realidad completamente distinta a la que conocía, y más en 1818, cuando el mundo no estaba tan conectado como
ahora. Su ejemplo me ha servido para desarrolla mi capacidad de adaptación, creo que es una cualidad importante para un voluntariado, y he sentido que volvía
una persona mucho más flexible y dispuesta. También me ha hecho ver lo importante que es en la vida saber adaptarte y seguir adelante no obstante las circunstancias, por lo que es una actitud que me gustaría seguir cultivando.

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