Tres palabras pueden ser el titular del día que el Monasterio convocó a los religiosos de Cataluña para celebrar el MILENARIO:

ENCUENTRO

La convocatoria tuvo mucho éxito. La mayoría de los participantes salíamos ayer, en varios autobuses, de la estación de SANS. ¿Qué nos esperaba en la montaña? El día amaneció muy frío, pero ¡menuda sorpresa! Basta decir que cuando volvíamos a casa algo muy cálido nos llenaba por dentro. Nos esperaba la Virgen la Montserrat, la “Mare de Déu”, celebrábamos el encuentro con el Señor en la Eucaristía y nos acogía una comunidad de monjes que son especialistas en esa actitud tan fraterna. Además, poco a poco la relación con religiosos de muy diversas congregaciones se iba haciendo sencilla y alegre. Éramos 620 según los organizadores.

GRACIAS

Podríamos hacer un listado largo de las veces que el GRACIAS se repitió durante del día. Mil años de historia del Monasterio es un motivo muy especial de acción de gracias; nos fue contada por el padre Abad y la disfrutamos con los diversos montajes audiovisuales representados bellísimamente en la basílica y en el museo. Otro “gracias” por la más que milenaria historia de la Vida religiosa. Consta que una buena colección de santos fundadores rezaron allí, a los pies de la Virgen. Con numerosos aplausos agradecimos a la comunidad benedictina por la invitación, a la comisión que organizó el evento, y a todos los que hicieron posible un día tan lleno de Vida.

FIESTA

Parece anecdótico, pero tiene profundo sentido. Imaginad un comedor enorme, para más de 600 invitados (invitó el Monasterio). Nos sorprendió un magnífico banquete en el que no faltó nada para vivir una solemne celebración: FIESTA grande por el Milenario del Monasterio y FIESTA grande por la Vida religiosa. El ambiente que se respiró era el de una inmensa Familia que se encuentra feliz de compartir tanto gozo. ¿Acaso la fidelidad del Padre Dios, que se hace presente en la historia y se hace compañero en la vida de cada persona, no merece una solemne fiesta de hermanos?

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