Querida Sofía:
Te escribo desde Roma, donde estoy haciendo escala entre dos viajes, y puedo imaginar cuánto sigue presente la ciudad eterna en tu corazón, especialmente porque la comunión de los santos ha estado muy presente por aquí últimamente.
¡Aquí no nos aburrimos! Te recuerdo que vamos a celebrar el centenario de tu canonización, pero no pienses que es para enaltecerte, lo hacemos para que puedas inspirarnos en el camino y en las prioridades misioneras de tu «pequeña Sociedad» hoy en día, en respuesta a los desafíos de nuestro mundo bendecido y roto. ¡No te imaginas las iniciativas de tus Hijas y de sus compañeras y compañeros de misión en todas las latitudes!

En Pascua, perdimos a un hermano y pastor, el Papa Francisco. Estoy segura de que eras una de sus admiradoras. Él fue quien nos exhortó, en Pascua, a buscar a Cristo en todas partes, “buscarlo en la vida, buscarlo en el rostro de los hermanos, buscarlo en lo cotidiano, buscarlo en todas partes menos en aquel sepulcro”.1
Él fue quien tantas veces nos recordó que la oración es el aliento de la fe y que “hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad, (…) La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración”2 . Y sabía de lo que hablaba, él que necesitaba «oxígeno»…
Él fue quien nos decía con ternura «¡conocerse a uno mismo no es fácil!», pero que nos instruyó pacientemente sobre el discernimiento que ayuda a tomar buenas decisiones, profundamente impregnado de la tradición espiritual de San Ignacio de Loyola: “El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida (…) En (estas elecciones) se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios”.3
Él nos decía a tiempo y a destiempo, que «la realidad vale más que las ideas “y que «no hay nada más peligroso que un pensamiento desencarnado»4 .
Imagino tu júbilo cuando este hombre de Dios nos exhortó a «hablar con el corazón, a actuar con corazón». Al publicar Dilexit Nos5 nos reiteró el amor desbordante del corazón de nuestro Dios y que es en el corazón, donde «el ser concreto encuentra la fuente y la raíz de todas sus demás potencias, convicciones, pasiones, elecciones” porque “el corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular”, donde todo el ser encuentra su unidad:
“si el amor reina en él, la persona realiza su identidad de manera plena y luminosa” Con él, la Iglesia dejó de ser «una aduana” que deja entrar a unos y excluye a otros.
Constructor de puentes más que de muros, nos ofreció «un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”6 siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís que visitó al Sultán Malik Al Kamil en Egipto. Dibujó una Iglesia «en salida», saliendo a las periferias para llegar a los más desfavorecidos y dejarse afectar por ellos. «Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo»7 . Reiterando que la alegría del Evangelio «siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, de salir de uno mismo, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá”.
«Conservad el sentido del humor», nos decía repetidamente. «No hay santidad en la tristeza»8: La alegría de ser liberados del pecado y anunciar el Evangelio, la alegría que se vive en las pequeñas cosas de la vida cotidiana9 ,la alegría que surge ante la felicidad de los demás10 o al contemplar el mundo11 . Sí, «con Jesucristo, siempre nace y renace la alegría». 12
Y nosotras, mujeres consagradas, «mujeres pascuales en un mundo de Viernes Santo» marcado por tanto conflicto, violencia, oscuridad y sinsentido, con Él, nos sentimos llamadas a ser portadoras de «una esperanza que transforma».13
Mientras las Congregaciones Generales y el cónclave tenían lugar en San Pedro, 900 Superioras Generales, en representación de más de 500.000 religiosas de todo el mundo, se reunían a unos cientos de metros. Es cierto que era menos solemne, menos formal y definitivamente menos silencioso. Pero qué esperanza para la humanidad supone esta presencia humilde, frágil e impotente en las fronteras de la existencia.
No puedo dejar de hablarte de «tus hijas»: Florence (de la Villéon) y Maria (Cimperman) que trabajan con la UISG y que, con otros, han facilitado estas jornadas, nos han introducido en el enfoque sinodal, en la escucha y en los diálogos que generan «conversaciones en el Espíritu». Mariola (López) que nos abrió caminos y nos lanzó cuerdas, porque «la esperanza es aferrarse a algo…». Lisa (Buscher), que nos habló de la vida de tantos hombres, mujeres y niños en la frontera entre México y Estados Unidos, y de la presencia evangélica que aporta un Colectivo que reúne a religiosos de distintas Congregaciones y laicos, dando testimonio de que «La esperanza no es un sentimiento, es una acción». Te puedo asegurar que cinco RSCJs participando en la misma asamblea, ¡no pasaron desapercibidas!
Y luego, ese 8 de mayo, apareció el humo blanco sobre la Capilla Sixtina y las multitudes se congregaron en la Plaza de San Pedro para acoger a su nuevo pastor, León XIV. Y lo descubrimos, sencillo, sonriente y emocionado, hermano de todos, deseoso de «una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cerca, especialmente de aquellos que sufren…».14
Todo esto me hizo pensar que tú habías conocido a seis de sus predecesores, y a algunos de ellos muy de cerca, en una época en la que el lugar de la mujer y la sinodalidad no estaban en la agenda del día. Y sé también que, contra vientos y mareas, permaneciste en la barca de Pedro.15
En el día de tu fiesta, quiero darte las gracias por el fuego que has transmitido a tus hermanas y a esta gran comunidad internacional formada por niños y niñas, jóvenes, mujeres y hombres, que siguen viviendo de tu carisma, de esta «gracia recibida para el bien común», de tu presencia y de tu espíritu. Y te pido que intercedas por cada uno y cada una de nosotras, para que, mediante nuestra entrega total al Corazón de Jesús nos dejemos transformar, y así, nuestra creatividad apostólica se despliegue en respuesta a las necesidades de los jóvenes de hoy y nuevas vocaciones puedan venir a «traer fuego» al mundo.
Señor, por la intercesión de tu Hijo, de María y de Magdalena Sofía, te pedimos la gracia de:
Encontrarte y celebrarte en lo cotidiano de nuestras vidas, con sus sombras y sus luces, sus fragilidades y sus fortalezas; Beber de la Fuente viva del Corazón de tu Hijo y cuidar de nuestra vida interior; Dejarnos transformar por tu Espíritu, educador de todos, que hace nuevas todas las cosas; Seguir generosamente a tu Hijo en su misión; Unirnos a Él y ofrecernos por Amor a la vida del mundo. Amén
Con cariño y oración,

Claire Castaing rscj
Superiora general
1 Homilía -Papa Francisco-Pascua-20 abril 2025
2 Evangelii gaudium, n. 262
3 Audiencia general con el Papa Francisco – 31 de agosto de 2022
4 Carta apostólica – 19 de junio de 2023 – con motivo del IV centenario del nacimiento de Blaise Pascal.
5 Dilexit nº 2024-9,5,21
6 Fratelli Tutti n 6°
7 Evangeli Gaudium n°21
8 Gaudete et Exsultate
9 Evangeli Gaudium n°4
10 Amoris Laetitia
11 Laudato
12 Evangelii gaudium, n° 1
13 Tema de la Asamblea General de la UISG La vida consagrada: una esperanza que transforma
14 Bendición Urbi et Orbi- Papa León XIV – 8 de mayo de 2025
15 «Estoy en la barca de Pedro, estoy íntimamente ligado al cuerpo de la Iglesia, hago lo que puedo para
extenderlo y embellecerlo» – CII, 21 de octubre de 1850
Gracias Claire, tu carta nos invita a reflexionar línea a línea…tiene tanto contenido espiritual para vivir que es necesario profundizar lentamente para interiorizar y llevarlo a la vida, gracias por tu manera sabrosa de compartirnos experiencias de evangelio que llevados a la vida nos dan tanta alegría, esa que el Señor nos dice que tendremos si permanecemos en su AMOR. Ojalá te tengamos muy pronto en Colombia para compartir contigo. Qué Jesús, Mater y la santa Madre te sigan acompañando en tu diario vivir. Un abrazo fuerte y fraterno.