[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Comentario de la liturgia

[/vc_column_text][vc_column_text]

domingo 28 de febrero

[/vc_column_text][vc_column_text]

por Lucy Galván

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Evangelio: San Marcos 9, 2-10

[/vc_column_text][vc_column_text]

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: <<Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías>>. No sabía qué decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: <<Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo>>. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

[/vc_column_text][vc_single_image image=»8149″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

La liturgia nos presenta hoy, la bella y misteriosa escena de la Transfiguración. Un pasaje, cuyo sentido no fácilmente penetrable, ha sido investigado en la meditación eclesial desde los comienzos hasta hoy. Los cristianos de todas las tradiciones han tratado de descifrar su mensaje. Las iglesias orientales le han dado a este evangelio un marcado relieve. Es un pasaje riquísimo y provocativo. Señalaré hoy tan solo algunos elementos de los muchos posibles. E invito a los que lean el comentario, a descubrir otros rasgos importantes que iluminarán, sin duda, nuestra vida.

Jesús sube con los suyos a un monte alto. El monte es en la Escritura un lugar de teofanía, de manifestación de Dios. El monte en nuestra vida puede simbolizar el silencio, la distancia de lo cotidiano, el espacio preferente para la oración. Las circunstancias actuales nos han propiciado tiempos más pausados ¿Hasta qué punto es la oración un lugar elegido y cuidado en nuestras vidas creyentes?

Y se transfiguró ante ellos: la divinidad de Jesús, hasta ahora velada por la humildad de su humanidad, se muestra breve, pero claramente, a los discípulos. Pedro, Santiago y Juan, indudablemente atraídos por la persona de Jesús, no habían llegado aún a captar su identidad como Hijo único. Quizá nosotros también nos hemos sentido seducidos de alguna manera por su figura pero ¿le conocemos bastante? ¿O permanecemos simplemente en un contacto superficial que nos impide el progreso de la fe?

Toda nuestra vida de creyentes, transcurre en el claroscuro de la fe. Solo a veces, hay episodios que acontecen en nuestras vidas, y levantan en alguna manera el velo que oculta el misterio que habitamos. Este pasaje de la Escritura podría ayudarnos a ahondar en el conocimiento de Jesús e invitarnos a meditar la Palabra de la Escritura con interés y asiduidad, en la certeza de que Él se nos quiere revelar como el Señor de toda nuestra historia humana.

Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Representan la Ley y los profetas. En nuestro cristianismo occidental no consideramos bastante, que formamos parte de la descendencia bendecida por Dios a Abraham a causa de su obediencia. Nos lo narra la 1ª Lectura. Antiguo y Nuevo Testamento están estrechamente relacionados. Es una relación dialógica necesaria a la fe.

Hagamos tres tiendas La reacción de Pedro, como la nuestra ante lo que nos desborda, es intentar retener, controlar lo que acontece. Pero la nube, alusión al Espíritu, oculta la visión, devuelve a la realidad y la voz del Padre resuena invitando a no retener la visión, sino a vivir la vida cotidiana a la escucha de la fe.

Este es mi Hijo amado: escuchadle. La escucha es el indicador certero que guía nuestra búsqueda y el cayado firme que sustenta nuestro caminar. Su Palabra, la luz resplandeciente que irradia de la vida de Jesús de Nazareth y nos guía, paso a paso, a la verdad completa.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Ir al contenido