Una vida en el Esplai Riu
Me llamo Guille Bonmatí, tengo 25 años y desde los 18 soy monitor en el Esplai Riu, en el barrio del Besós-Maresme. Pero mi historia con los esplais empezó mucho antes, a los 10 años, cuando tuve la suerte de que mis padres me apuntaran al Esplai Cim, en el Eixample, en Barcelona. Lo que al principio fue una experiencia completamente nueva se transformó rápidamente en un espacio que me marcó profundamente. Gracias a él, descubrí el valor del trabajo en equipo, la importancia de escuchar a los demás y el placer de compartir momentos sencillos, como bañarse en el río o cantar canciones bajo las estrellas alrededor de un farolillo.

Ahora, como joven adulto, intento devolver todo lo que recibí dedicando mi tiempo libre al esplai. Cada verano, cuando llega la época de colonias, en julio, vuelvo a conectar con esa versión más auténtica de mí mismo. Preparar actividades, acompañar a los niños en sus procesos, convivir con la naturaleza… Todo eso me recuerda por qué es vital que los niños aprendan ya desde pequeños a gestionar su tiempo libre de una manera saludable y educativa.
Desde el Esplai Riu, que ya lleva casi una década en marcha, proponemos una alternativa educativa que va más allá del mero entretenimiento. Trabajamos con unos 40 niños y adolescentes entre los 8 y los 17 años, organizando actividades casi cada sábado por la tarde, unos campamentos de 4 días en semana santa y, en verano, nuestra actividad estrella, que son unas colonias de 10 días en plena montaña. A través del juego, el deporte, la reflexión y la convivencia, les ayudamos a crecer interiorizando importantes valores como la empatía, el respeto a la diversidad o el cuidado del entorno.

Durante las colonias de verano es cuando nuestra labor como monitores cobra más sentido. Es allí donde vemos florecer, de forma clara y emocionante, todo el trabajo realizado a lo largo del curso con cada grupo. Como el Riu es un esplai pequeño, tenemos la suerte de poder ir todos juntos de colonias, lo que favorece la creación de vínculos muy especiales entre los niños y jóvenes. Los participantes más mayores se convierten en referentes para los más pequeños, los cuidan, los acompañan y les enseñan desde el ejemplo. Se generan así dinámicas de apoyo mutuo y de convivencia muy enriquecedoras. En definitiva, en el Esplai Riu se viven momentos mágicos, se forja un fuerte sentimiento de pertenencia y se construyen recuerdos que, sin duda, duran toda la vida. Por eso me siento tan afortunado de poder devolver ahora, desde el rol de monitor, una parte de todo lo que el esplai me regaló a mí en su día… y que todavía me sigue regalando.
Creo que gestionar el tiempo libre de forma saludable es clave para el desarrollo personal, especialmente en una sociedad donde muchas veces lo urgente tapa lo importante. Por eso, si tuviera que dar un consejo para disfrutar del verano “con sentido”, sería este: desconecta de las pantallas, busca espacios de encuentro reales, rodéate de naturaleza y personas que te hagan crecer. A veces, lo más sencillo es también lo más transformador.

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