Verano. Tiempo para descansar, disfrutar y desconectar, siempre y cuando las responsabilidades lo permitan. Dentro de ese bucle espacio temporal que son las vacaciones de verano, podemos aprovechar que el tiempo estival nos ofrece una gran cantidad y variedad de posibilidades en lo que al mundo del cine se refiere, ya que este año han llegado o llegarán a las salas varias cintas que acaparan la atención del público por ser propuestas muy esperadas. La nueva entrega de la saga de zombies, 28 años después, la adrenalina de los coches de carreras a alta velocidad, Fórmula 1, la séptima visita a nuestros amigos los dinosaurios, Jurassic World: El renacer, o la nueva adaptación de la conocida familia de superhéroes, Los 4 fantásticos. Primeros pasos, serán las sugerencias que elegirá el público adulto, mientras que los más y las más peques de la casa se decantarán por los vuelos de dragones del live action Cómo entrenar a tu dragón, la aventura espacial de Elio, las animadas canciones de los simpáticos Pitufos o la vuelta a las andadas de la banda de ladrones más graciosos con Los tipos malos 2. Sin embargo, en este aluvión de películas veraniegas existe una que unirá a grandes y pequeños por lo que significa, transmite y evoca este personaje. Y es que, desde el pasado viernes, 11 de julio, Superman se deja ver en pantalla grande y no está dejando indiferente a nadie. 

Superman reseña de cine de Javier Molina Palomar

Nos encontramos con una nueva película del último hijo de Krypton que reinicia todas las sagas anteriores. Atrás quedan las entregas de Christopher Reeve (Superman La película, 1978), Brandon Routh (Superman returns, 2006) o Henry Cavill (El hombre de acero, 2013). Ahora nos muestran a David Corenswet como el encargado de enfundarse la capa y presentarnos a un Superman más cercano, humano y cuestionado por la sociedad a la que ha jurado ayudar y proteger. Sería complicado describir la sinopsis de la película sin caer en la trampa fácil de descubrir algún que otro spoiler, pero sí se puede adelantar que no estamos ante la típica película de inicio de héroe al uso. En la nueva Metrópolis, nuestro kryptoniano favorito ya es un héroe conocido, trabaja de periodista en el Daily Planet, mantiene una relación con su amada Lois Lane, interpretada por Rachel Brosnahan, y tiene que compaginar su vida personal con diferentes problemas que lo llevan desde vérselas con las crueles intenciones de su archienemigo Lex Luthor, encarnado por Nicholas Hoult, hasta mediar en un conflicto armamentístico entre dos países ficticios. Estas breves pinceladas darán el pistoletazo de salida a dos horas en las podemos analizar varios aspectos que nos decanten a no ver en Superman la típica película de héroes hipervitaminados carente de una base argumental y de valores que nos enriquezcan. 

Uno de los aspectos que más llama la atención de la película es cómo ha cambiado la sociedad que rodea a Superman. Antiguamente, el héroe salvaba a la Tierra de múltiples villanos y catástrofes. Siempre se le agradecía, siempre se le aplaudía, siempre se le quería. Aquí Superman es cuestionado. En su entrevista más “personal” con Lois es ella misma la que lo pone contra las cuerdas y le hace ver que se ha saltado varias leyes a la torera y que su actuación ha tenido graves consecuencias por actuar sin pensar. ¿El fin justifica los medios? ¿Puede un héroe como Superman dejar que muera gente en una guerra por el mero hecho de no consultar al presidente de su país si tal actuación podría tener repercusiones para los países implicados? ¿Qué harías tú? ¿Antepondrías los intereses de tu país a la vida de miles de personas? Interesante cuestión para trabajar en las aulas con los chavales. 

En relación al tema de la guerra, queda en evidencia cómo un país aparentemente justo quiere liberar a otro país y, de este modo, justificar una invasión. Por desgracia, es un tema que por la situación global que vemos cada día en televisión y que inunda las redes sociales nos toca muy de cerca. Personas inocentes se ven involucradas en un conflicto armado entre países y su único recurso es mirar al cielo y llamar a Superman. Es una lástima que no podamos sacar al hombre de acero de la pantalla del cine o de las viñetas de los cómics. Ojalá los gobernantes se dejasen empapar por el espíritu de justicia, ayuda y respeto que siempre ha caracterizado a Superman. 

Y es aquí donde nuestro héroe nos cautiva. Uno de los aspectos que quedan palpables desde el inicio de la película es la humanidad de Superman. A lo largo de la película cae, es derrotado y se siente solo, incomprendido y juzgado. Pero es en esos momentos en los que se levanta, se sacude el traje y la capa y vuelve a alzar el vuelo para ser fuente de inspiración en las personas. Se encuentra fuerte y su fortaleza sale de su corazón, de su necesidad de ayudar a la gente o, incluso a una pequeña ardilla. Su amor y sus miedos son los que le otorgan su poder. Sentirse cerca de la gente, aun cuando le cuestionan, le hace grande y le anima a no tirar la toalla. La asiduidad con la que este tipo de películas están llegando a nuestras vidas en las últimas dos décadas está llegando a ser casi abrumadora, pero pocas consiguen mostrar un héroe con tan buenos ideales y tan marcados a lo largo de la cinta. 

Superman no solo centra en la figura del héroe volador para mostrarnos valores que podemos llevar a nuestro día a día. Me gustaría resaltar la importancia del trabajo en equipo y la necesidad de pedir ayuda cuando se necesita. Hay días que no podemos enfrentarnos al mundo solos y el decir “te necesito” no nos debe hacer sentir menos capaces. Es una señal de madurez y de aceptación de las propias limitaciones. No estoy hablando ahora de la película, ¿verdad? Si hasta Superman necesita ayuda de Linterna Verde, Hawkgirl o Mister Terrific, pues nosotros/as con mayor motivo. Por otro lado, tenemos a Krypto, el perro de Superman. Al margen de ser el punto cómico del largometraje, queda de manifiesto el amor y el respeto que pone el director en el mundo animal. Si ver a este simpático y desobediente perro en pantalla ha servido para que aumente la demanda de adopciones de estos animales (según la agencia de noticias estadounidense “The Wrap” han aumentado más de un 500% desde su estreno), se puede decir que la idea de incluirlo en la película ha sido un acierto seguro. Por último, hay un aspecto que quería poner en alza con lo que ocurre durante la trama y es el juego que desempeña la labor periodística. Las redes sociales viven un torrente diario de publicaciones y su importancia hoy día es más que notable, pero curioso que el periódico sea el medio óptimo en la película para dar noticias. Es una forma de hacer ver que la tecnología irrumpe en nuestras vidas y debemos crecer con ese avance. Decía Santa Magdalena Sofía: “los tiempos cambian y nosotras debemos cambiar con ellos”. Sin embargo, lo útil, lo fiable, lo tradicional asienta la base de toda modernidad adquirida y es bonito ver en la película que se le da la importancia y el valor que tiene, que debe tener y que deberá seguir teniendo. 

Para finalizar, no se puede dejar pasar por alto la sensación como espectador de que lo visto en la pantalla nos encandila. Efectos especiales de última generación, un guion bien construido, unas interpretaciones satisfactorias, toques de humor que no llegan a ser cargantes para no perder el sentido general del desarrollo de la cinta y unos colores propios del mundo del cómic son sólo algunos de los elementos que no nos permiten despegar los ojos de la pantalla. 

Tras todo lo explicado y argumentado hasta aquí, hay que ser justos y consecuentes con lo que Superman nos transmite de su protagonista, ya que hay un aspecto que el director no ha sabido cuidar y aquí hay que detenerse en el legado de nuestro héroe. No debemos olvidar que Superman es un alienígena enviado desde el planeta Krypton por sus padres antes de que estalle. Superman llega para dar luz a los habitantes de la Tierra, para darle a la gente un ideal al que poder aspirar, según las palabras de Jor-El, su padre biológico, en entregas anteriores. Sin embargo, este aspecto no trata con mimo en la película y Clark Kent se refugia en su faceta humana para encontrar sentido a su lucha. Si eres un amante, fan, seguidor o simpatizante de la mitología que envuelve a este héroe, sentirás que ese aporte en la película queda vilipendiado desde el punto de vista de lo que simboliza el último hijo de Krypton. 

La película ha recibido grandes elogios y feroces críticas a partes iguales. Aquí no se va a abrir un debate en el que se discuta si otras entregas anteriores eran mejores, si el actor no da la talla como Kal-El (nombre kryptoniano de Superman), si el villano no tiene carisma o si la idea que mueve toda la película descuartiza la esencia pura del héroe. Lo que sí se va a sugerir es que Superman es una película de superhéroes muy digna, que engrandece la humanidad de su protagonista, que entretiene hasta mantenerte pegado al asiento, que transmite un ideal por el que vale la pena luchar y que es un verdadero lujo disfrutarla en las salas de cine. Si aceptadas todas estas premisas y tienes la ocasión de verla, podrás tener tu propia opinión que puede que no sea la misma que otras personas. Es ahí donde radica el diálogo cinéfilo que enriquece a todo aquel que forma parte de él. 

Superman es una película emocionante para disfrutar como un niño y para soñar que desde nuestra pequeña parte del planeta que se nos ha sido encomendada podemos y debemos luchar por hacer un mundo mejor porque “sabemos amar y también sentimos miedo, pero de eso se trata ser humano y esa es nuestra mayor fortaleza”.