Nací en Madrid, la pequeña de 8 hermanos. Estudié en el colegio del Sagrado Corazón de Rosales y a los 19 años entré en la Sociedad. Después de los primeros votos estudié la carrera de Biológicas. Hice mi experiencia internacional en el Chad; a continuación, fui a la probación e hice la Profesión en junio de 1991.
MI campo de misión ha sido variado: profesora y tutora en nuestros colegios, directora, administradora de colegios y casa de Espiritualidad, coordinadora de centro de inmigrantes, y en la actualidad ayuda en casa grandes.
Pasé mis veranos de niña en la casa de unos tíos míos en la sierra de Madrid, con uno o dos de mis hermanos. Para mí era la mayor felicidad, a pesar de estar separada de mis padres. Mi día era la piscina, la bicicleta, jugar con amigos y llevar una vida ordenada y obediente a mis tíos. Recuerdo con especial cariño el día del Carmen, santo de mi tía, en que la casa se llenaba de amigos y teníamos algo más de “libertad”.

Desde que entré en la Sociedad, especialmente los primeros años, cada verano iba a ayudar a una casa grande en la cocina, despensa, comedor: Placeres, Chamartín, Santa María de Huerta… Siempre me ha gustado ayudar y lo hacía con gusto e ilusión.
Después de muchos años en los que mis vacaciones en verano eran muy cortas, volví a ofrecerme para ayudar en casas de mayores. He descubierto un gran atractivo por la relación con las hermanas mayores: escuchar, acompañar, interesarme por cada una, cuidar y recibir de ellas cariño, sabiduría e interés por todo lo que se comparte. También he aprendido que se puede vivir esta etapa de la vida con alegría, ilusión y aceptación de la disminución. Los gestos sencillos cobran un gran valor.
Estoy convencida, por experiencia, de que, cuando ayudas, recibes mucho más de lo que das. Las hermanas mayores han enriquecido mucho mi vida y han despertado en mí una gran ternura.
Las vacaciones en verano son importantes para descansar, recoger lo vivido en el año, cultivar las relaciones. Pero quizá sea posible encontrar un tiempo para ayudar, compartir la vida y las experiencias con otros.
Para mí ha sido una manera de vivir el verano con sentido y con alegría.

ANA: PRECIOSO TESTIMONIO; DEL que he tenido la dicha de ser «TESTIGO»!
Ana , me ha gustado mucho lo que escribes de tu experiencia y te lo agradezco como persona mayor . Muy bueno el dibujo de GRACIAS . Ahora sólo vivimos y estamos para el Señor
Ana: Genial tu saber estar y decir acerca de las Casas de Mayores. Tu presencia nos es un regalo. Gracias
Querida Ana: No te conozco pero agradezco tus palabras y tu linda experiencia con las hermanas Mayores. Te escribo desde la Casa de Mayores de Guadalajara, México, donde vivo desde hace un año. Soy cubana y éste es el noveno país donde vivo. Le agradezco a la Sociedad el haber tenido la maravillosa experiencia de la internacionalidad. Siempre he sido muy feliz, entregada al Señor en la Misión. Actualmente llevo una vida más contemplativa que estoy disfrutando mucho. Sinceramente puedo repetir las palabras del Salmo y que después Pedro retoma en unas de sus cartas: «ME HAS MOSTRADO CAMINOS DE VIDA Y ME LLENAS DE GOZO CON TU PRESENCIA.».
Ana querida, me gusta tanto tu compartir!! Gracias. Tengo que expresarte mi identificación con lo mucho que he aprendido de las personas mayores. Poder dedicarme a ellas ha sido siempre un regalo. Ahora también lo soy yo y el aprendizaje y la ternura que tu también expresas me han ido acompañando a lo largo de la vida.
Te siento hermana cercana de vocación y de sensibilidad. Gracias a ti y a Dios por tu vocación y tu fidelidad.
Querida Ana, se que es un regalo los días que nos das con tu presencia y sabiduría en el grupo de oración. Te necesitamos tanto pero entiendo que tenemos que compartirte…
Me encanta tu testimonio y entiendo el aprendizaje con ternura que te llevas, ojalá pudiera vivir muchas veces la paz que reflejas de ellos.
Simplemente gracias.