La relación de Magdalena Sofía con los jesuitas empezó en su adolescencia. Fue una relación que marcaría la espiritualidad ignaciana de la congregación.
Luis Barat dio a su hermana una educación excepcional para una mujer del siglo XIX. Luis se unió a los Padres de la Fe, nombre que usó la Compañía de Jesús cuando estuvo suprimida, y que recuperó tras su restauración en 1814. La influencia que Luis ejerció sobre su hermana fue decisiva, especialmente al presentarle al Padre Varin, superior de los Padres de la Fe. El Padre Varin convenció a Magdalena Sofía, que tenía 21 años, para que sacrificara su atractivo por el Carmelo y llevara a cabo la visión de uno de sus compañeros jesuitas, el Padre de Tournely: iniciar una congregación fundamentada en la vida interior, dedicada a descubrir y manifestar el amor del Corazón de Jesús por medio de la educación de la juventud. El Padre Varin se convirtió en el director espiritual de Magdalena Sofía y en el superior de la nueva congregación, y fue el principal redactor de las Constituciones de la Sociedad del Sagrado Corazón. Su estructura de gobierno está inspirada en la de los jesuitas, para favorecer la dimensión internacional y liberarse de la excesiva dependencia de los obispos locales. «Cuando vean las Constituciones y Reglas que acaban de ser aprobadas, no tendrán dificultad en reconocer que nos hemos acercado lo más posible a las de San Ignacio, y que hemos cogido de ellas todo lo que nos pudiera servir”, dijo Magdalena Sofía en una carta el 17 de diciembre de 1815, al día siguiente de la aprobación de las Constituciones por el Consejo General. Imprimió en ellas su propio sello, y nunca dejó de afirmar a lo largo de su vida que la vocación y la esencia de la Congregación no era una versión femenina de la Compañía de Jesús.
Leer información completa en rscjinternational.org
Gracias claude! muy interesante