Para inculcarles que hace falta orar siempre sin cansarse, les contó una parábola: 
  —Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en la misma ciudad una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi rival. 
  Por un tiempo se negó, pero más tarde se dijo: Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar a golpes conmigo. 
  El Señor añadió: 
   —Fijaos en lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos si claman a él día y noche? ¿Les dará largas? 
  Os digo que les hará justicia pronto. Solo que, cuando llegue el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra? 

evangelio 19 de octubre con comentario de Uri Hosta