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Comentario de la liturgia

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domingo 7 de noviembre

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por Javi Usoz

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Evangelio: San Marcos 12, 38-44

[/vc_column_text][vc_column_text]Y él, instruyéndolos, dijo: 
   —Guardaos de los letrados. Les gusta pasear con largas túnicas, que los saluden por la calle, buscan los primeros asientos en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes. Con pretexto de largas oraciones, devoran los bienes de las viudas. Ellos recibirán una sentencia más severa. 
 
  Sentado frente al cepillo del templo, observaba cómo la gente echaba monedillas en el cepillo. Muchos ricos daban en abundancia. 
  Llegó una viuda pobre y echó unas monedillas de muy poco valor. Jesús llamó a los discípulos y les dijo: 
   —Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que todos los demás. Pues todos han dado de lo que les sobra; pero ésta, en su indigencia, ha dado cuanto tenía para vivir.[/vc_column_text][vc_single_image image=»9019″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

«Dos monedillas…»

El domingo 19 de septiembre entró en erupción el volcán de la isla de La Palma. Ante las graves consecuencias de sus efectos para las personas de la isla que han perdido sus casas,  fuentes de ingresos, infraestructuras,…. han sido muchas las personas que se  han movido para intentar paliar su dolor y ofrecer ayuda.                                                                      

En los medios hemos podido ver al presidente del Gobierno que visitó la isla varias veces, al presidente del Gobierno canario, al líder de la oposición, a un famoso cocinero que se desplazó para ofrecer comidas a los damnificados, un conocido sacerdote que gestiona una ONG y sabe de actuar en emergencias, a muchas personas de Cruz Roja que se han volcado en lo material pero también en ayuda psicológica, técnicos que han puesto sus conocimientos para procurar agua para los cultivos de plátanos,….. En fin, una oleada de gente que ha echado mucho en el arca de las ofrendas, y todo eso seguro que está muy bien. Sin duda.                                    

No salió en los medios una pobre mujer que sólo tenía un poco de harina que le quedaba en la orza y un poco de aceite que le quedaba en la alcuza. Hizo un bizcocho y se lo llevó a sus vecinos. Poca cosa. Un par de monedillas.                                                                     

Dice el evangelio de hoy que Jesús “instruía” a la gente. Es decir, les enseñaba.          

Señor, instrúyenos  para poder comprender tu mensaje sobre lo poco y lo mucho, sobre lo que se muestra  y lo escondido, sobre lo que nos sobra y lo necesario.                      

Sobre la generosidad del corazón. Que nuestro corazón se abra y se deshaga en generosidad. Como el de esa mujer. 

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