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Comentario de la liturgia

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domingo 17 de marzo

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 9, 28b-36

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En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iban a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño;y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:<<Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías>>. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: <<Este es mi Hijo, el escogido; escuchadle>>. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][vc_single_image image=»3817″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Una noche, un hombre llamado Pedro, me llevó por sorpresa a un espacio transfigurado.

Perico, como es conocido en el barrio, vive solo desde que murió su madre y desde hace años se ha dejado devorar la vida por el alcohol. Lo encontré descalzo por la calle y bebido; aun así, se acercó a mí con respeto. Me contó que se quedó dormido con un cigarro en la boca y que se le habían quemado unas mantas y me invitó a ir con él para que lo viera. Entré en su pequeña casa, desatendida desde que su madre no está, sucia y con olor a vino y restos de comida. Él me llevó apresuradamente a otra estancia y allí fue donde se hizo la luz: tenía cuatro colchones tirados por el suelo y me contó que en ellos acoge cada noche a chicos toxicómanos que no tienen donde ir; les deja dormir allí y que puedan ducharse y lavar su ropa. El rostro de Perico se iluminó en aquellos instantes para mí. El borracho de nuestro barrio había hecho de su casa un lugar donde otra gente muy herida podía <<poner sus tiendas>>, descansar un rato, comer algo y compartir un poco de compañía y calor. Allí recibí el regalo de este hombre que, en su fragilidad y en su enfermedad, tenía para otros una mirada que los salvaba. Así de inesperados son los misterios de la vida y del corazón humano. ¡Quién nos diera ojos para llegar a verlos! 

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JESÚS DE NAZARET

Eres pan universal que bajaste desde el cielo subiendo desde el surco, y eres levadura inquieta, disuelves eternidad entre la harina y llenas la vida de preguntas.

Eres horizonte que nos llama hasta lo más hondo del deseo desde la creación en Ti reconciliada, y eres camino que se estrena en el sendero más pequeño que te busca saliendo de sí mismo.

Eres fuego inextinguible que nos hace luz en Ti y nos quema lo que estorba, y eres el agua de la vida que mana sin prisas en mi pozo y alienta rostros y desiertos.

Eres el viento impetuoso que hincha las velas de audacia sobre el mar encrespado de amenazas, y eres brisa suave y tierna que se sienta en el fondo de mi barca y acaricia la piel arada de salitre.

 

BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA ,SJ

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