El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado…(Rom 5,5).  Este es el lema de la probación de 1995. Desde entonces, este es mi pensamiento guía: reconocer y mostrar este Amor en mí y a mi alrededor. 

Normalmente he vivido mi compromiso apostólico en la catequesis, tanto en la parroquia como en la escuela con niños y jóvenes. Algunos años trabajé en la catequesis de una escuela polaca en Moscú. También pasé unos años en Haití, colaborando en la misión comunitaria entre los más pobres. Actualmente me dedico al voluntariado. Trabajo en una cocina para personas sin hogar, y acompaño a personas solas. 

De niña, pasaba mis vacaciones compartiendo el trabajo agrícola familiar. Aunque era un trabajo duro y difícil para una niña, me dio un gran sentido de comunidad, amor y seguridad. Muy pronto me aficioné a leer libros que me mostraban lugares desconocidos e interesantes. Esas lecturas me llevaban a mundos llenos de belleza, dificultades y problemas humanos. Las vacaciones de mi infancia consistían ,sobre todo, en estar en comunión con la naturaleza disfrutando de la tranquilidad que tenían entonces las pequeñas ciudades de Polonia. El campo me formó en la vida comunitaria y me permitió apreciar el valor del trabajo y el de ayudar a los demás.  

Mi primer recuerdo de unas vacaciones lejos de mi ciudad natal, fue el de las que pasé en las pequeñas montañas polacas: las Beskid Sądecki. Aún recuerdo mi admiración y gratitud a Dios por ver un cuadro tan magnífico y rico de una naturaleza tan impresionante. 

Como rscj, siempre pasé mis vacaciones de forma activa y siempre las combiné con la oración, pero también con el aprendizaje de las obras de Dios. Las peregrinaciones a pie a Częstochowa y Vilnius (Lituania) se convirtieron en algo importante para mí. Fue un tiempo de compartir diálogos y charlas, sobre todo con otros participantes, especialmente con los jóvenes.  Mis vacaciones fueron un tiempo de contemplación y reflexión sobre la riqueza del mundo que nos ha dado Dios, un tiempo de oración personal y comunitaria.  

Hoy puedo decir que la experiencia más importante de mis vacaciones fue hacer el Camino de Santiago por la ruta del Norte. Fui desde Bilbao a Santiago de Compostela. Naturaleza hermosa: montañas, agua, País Vasco, Cantabria, Asturias, Galicia, gente amable y servicial a lo largo del camino, silencio, tiempo para reflexionar sobre mi vida, de experimentar la presencia de Jesús, su ayuda y de cómo siempre está velando por mí. Lo que me acompañó durante toda la peregrinación, fue el «estar en sus manos». Para mí fue un retiro en el camino. Alejada de la vida cotidiana, comenzaba cada día reflexionando sobre las mujeres en la Biblia y, en un segundo momento, me entregaba completamente a Su voluntad, sin preocuparme demasiado por el futuro. 

Hasta ahora, he pasado la mayor parte de mis vacaciones en nuestra casa de Zakopane. Estoy agradecido a nuestras RSCJ, que tuvieron la idea de establecer allí un centro. Caminar por las montañas es duro y requiere esfuerzo, sobre todo físico. La montaña produce muchas sensaciones e impresiones fuertes. En su majestuosidad nos recuerdan constantemente a las personas nuestra pequeñez y fugacidad. Caminando, normalmente muy temprano por la mañana, pienso en cuántas generaciones han recorrido estos senderos, cuántas personas han dado gracias por poder contemplar unas vistas tan magníficas. Estar en la montaña supone para mí un agradecimiento constante a Dios por el don de la naturaleza y por su amor a las personas. Siempre he pensado que sólo por amor pudo crear un mundo tan maravilloso y dárselo a los seres humanos. Estar en el sendero, sentir el aire fresco, ver el verde intenso de los árboles, las hermosas formaciones rocosas, me hace sentirme elegida y especialmente valiosa. 

Las experiencias de las vacaciones me ayudan cada día. Intento  convencer a las personas que buscan descanso de que el tiempo de vacaciones es sobre todo un tiempo para pensar en lo que es más importante para el ser humano, es decir: el amor. Todo el mundo busca y necesita amor a lo largo de su vida. Por eso, las vacaciones deben ser un tiempo rico en amor, por la familia, los seres queridos, las demás personas, pero sobre todo por Aquel que nos ha permitido estar en este hermoso mundo.  

¿Qué hacer para vivir las fiestas de un modo que merezca la pena? Sólo tengo una respuesta a tal pregunta. Cada fiesta debe ser un momento de profunda gratitud a Dios. Tendrás éxito si cada día das gracias a Jesús por poder tenerlas. 

Actualmente estoy en la comunidad rscj de Zakopane. La casa está abierta a las RSCJ, a nuestras familias, parientes, amigos, a los que aman las montañas, el silencio, la belleza… y en la casa hay una pequeña capilla con el Santísimo Sacramento. Podrás descansar, recuperarte y profundizar en tu relación con Jesús para caminar en la vida con esperanza. 

Urszula Ciołek rscj 

¡Muchas gracias, Matilde Moreno rscj, por corregir el texto en español.