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Comentario de la liturgia

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domingo 11 de junio

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por Mª José Pindado

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Catequista de comunión y de confirmación en el Colegio de Chamartín

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Evangelio: San Juan 6, 51-58

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En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

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El evangelio de Juan vuelve a comenzar con estas dos palabras, que repite Jesús tantas veces y con las que nos invita a seguirle y conocerle: “Yo soy”. Hoy nos dice “yo soy el Pan Vivo” y nos invita a comer de este pan y vivir para siempre. 

En estos tiempos en los que se habla tanto de estudios, métodos, secretos, consejos para alargar la vida, hoy sería un buen momento para pararnos a pensar en esta propuesta de vivir para siempre que nos ofrece Jesús. 

Posiblemente, nos pase como a los judíos que le escuchaban, dudaban y no entendían nada. Porque esto de comer su carne y beber su sangre es participar de su vida y de su muerte.  Comer su pan es aprender a vivir como Jesús, es vaciarnos, darnos a los demás. 

Hoy celebramos la fiesta del Corpus Christi, la presencia de Cristo en el sacramento de la eucaristía. En muchos pueblos y ciudades el Cuerpo de Cristo, hecho pan, va a caminar por nuestras calles engalanadas con cariño para la ocasión. Sale a nuestro encuentro, en medio de nuestros anhelos, nuestras preguntas, afanes, luchas de cada día. Sale a buscarnos para compartir con nosotros todo lo que somos y vivimos. 

 ¿Y mañana? pienso en la misma calle de mi pequeña ciudad, donde veo la procesión. Mañana también pasará y saldrá a nuestro encuentro en el matrimonio que espera la furgoneta que le lleve al centro día, en el anciano que en soledad pasea y sentado en el banco habla con unos y otros para “matar el rato”, en Lola, que en “su puesto” al sol o al frío pide una ayuda y saluda a todos por su nombre, en los niños y padres que van y vienen del colegio, en los recuerdos de las personas que vivían en la calle y se les echa de menos… 

Y es que todos juntos somos Cuerpo de hermanos, vecinos, amigos… nos necesitamos para encontrarlo, hacerle presente y compartirlo. El Pan de Vida se parte y se reparte entre muchos y es lo que cada historia de vida puede ser un darse y multiplicarse. 

Hay muchas formas de hacer esta entrega: en cariño, en regalar nuestros talentos, nuestro tiempo, nuestra mirada, nuestra ternura, viviendo nuestra vida como servicio… 

Hoy en la celebración del Corpus Cristi se nos invita a encontrarnos en ese pan y en ese vino convertidos en cuerpo y sangre de Cristo. Dios en Jesús, se entregó hasta el final. Dio la vida como estamos llamados a darla nosotros, cada uno haciéndolo real con la nuestra. Sabiendo que al igual que Jesús, somos elegidos y bendecidos por Dios para con nuestro pequeño grano de arena cumplir nuestra misión en el mundo.  

Comer el pan de vida que vive para siempre es escuchar su Palabra, vivir como Él vivió, amar como Él amó, que es la manera de Dios, y es acogerlo en nuestro corazón.  

Feliz día del Corpus Christi. 

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